Bayreuth, la singularidad de un festival
- Rozando las 100 ediciones, Bayreuth sigue vivo también con la polémica
- El festival es el ejemplo de la sacralización del arte como redención
Ver también: Radio Clásica emite el Festival de Bayreuth
Un año más las tubas wagnerianas resuenan en Bayreuth llamando a los peregrinos, que desde los más recónditos lugares del mundo acuden fielmente a la plasmación del ambicioso sueño ritual de Richard Wagner.
Y también Radio Clásica vuelve a ser fiel a través de los festivales de verano de Euroradio a su cita radiofónica con este festival, singular donde los haya, que con su propia historia parece ofrecernos la trama de una de las óperas que en él se representan.
Surgido en 1876 como cristalización de las megalómanas aspiraciones del visionario artista, Bayreuth representa el más perfecto ejemplo de la sacralización del arte como camino de salvación, que impregnó la cultura alemana durante todo el siglo del romanticismo.
Desde su fundación, el festival ha estado muy unido a los avatares de la compleja historia de Alemania, y sus relaciones con el poder han sido en todo momento especialmente simbólicas.
Es además un festival que sigue manteniendo su origen de empresa familiar, un caso único en el mundo, que ha presentado numerosos episodios de tintes melodramáticos: fundado por Richard, siguió después en manos de su viuda Cósima, su hijo Siegfried, su nuera Winifred con sus veleidades nazis, sus nietos Wieland y Wolfgang, y ya desde el año pasado sus bisnietas Eva y Katherina, las hermanastras que han protagonizado años de disputa por hacerse con el poder que ahora comparten.
¿Podría algún libretista superar esta historia de saga familiar? Seguro que no.
Controversia por un 'Lohengrim' feísta
A punto de llegar al simbólico número 100 en sus ediciones, el festival de este año está demostrando a las claras su entrada en una nueva etapa, que necesariamente abre sus puertas a las lógicas innovaciones mediáticas.
Por lo pronto, ha ocupado un considerable espacio en los medios gracias a la monumental controversia de la inauguración, con una nueva producción de Lohengrin en la que Neuenfels ha hecho una crítica puesta en escena, de estética tan feísta como las que hoy en día abundan en el género.
Con la seguridad de algunos grandes músicos ya consolidados como Christian Thielemann, el interés musical de la edición es indudable. Como en anteriores años, Radio Clásica no se ha perdido esta importante cita, y está ofreciendo íntegramente las óperas de un festival que, al igual que su creador, levanta apasionados odios y amores, pero nunca la indiferencia, tan temida por el arte.