Mark Knopfler se queda a centímetros de abrir la puerta grande en Las Ventas
- 9.000 personas disfrutaron de su guitarra en Las Ventas
- Presentó su último disco, 'Get lucky', un trabajo inravalorado
Se ganó a pulso las dos orejas y el rabo, pero Mark Knopfler deberá esperar a una próxima ocasión para abrir la puerta grande de Las Ventas. El guitarrista escocés pecó de virtuosismo y se quedó a escasos centímetros de coronar su concierto madrileño con la mejor nota posible.
La matrícula de honor está muy cara en los tiempos que corren, pero Knopfler puede sentirse más que satisfecho con el sobresaliente alto que se llevó del coso taurino, escenario de un estupendo ejercicio musical que sólo rechinó por el empeño del artista en retorcer excesivamente sus melodías.
El fundador de Dire Straits quiso deleitar a sus 9.000 seguidores con una 'jam session' de altos vuelos, pero le faltó medida al alargar varios minutos el final de las catorce piezas que interpretó a su paso por Madrid.
Y todo eso poniéndonos tiquismiquis, porque Knopfler estuvo a la altura de las expectativas, perfecto en la ejecución de las canciones y generoso a la hora de dar protagonismo a su grupo de "viejos maestros", tipos que conocen tan bien el oficio como el violinista John McCusker o el flautista Mike McGoldrick.
Recibido con una ovación
Tras un retraso de veinte minutos, el respetable saludó la salida de Knopfler con una calurosa ovación, la demostración palpable del aprecio que se le tiene por estos lares al artista nacido en Glasgow.
La primera conclusión que deja el concierto es que no se ha valorado en su justa medida el último disco de Knopfler, Get lucky, un trabajo con joyitas tan irresistibles como el "Border reiver" que dio inicio a la velada.
"El médico dice que mis problemas de espalda no son graves, pero me ha prohibido bailar en la discoteca", bromeó Knopfler sobre los latosos dolores que le han tenido sentado en un taburete durante toda su gira española.
Optó el cantante por dar más vuelo a las composiciones que jalonan su trayectoria en solitario, caso de "Sailing to Philadelphia", "What it is", "Prairie Wedding" o "Hilfarmers blues"; pero sin olvidar la obligada cuota de Dire Straits que se le exige en todos sus desempeños.
Canciones para la nostalgia
"Romeo and Juliet" abrió el apetito nostálgico del público, que se relamió los bigotes con "Sultans of swing" antes de que sonaran los acordes de "Done with Bonaparte", la única pieza que Knopfler rescató de su primer disco como solista, "Golden heart".
Al margen de la legendaria felpa que recogía su pelo en los ochenta, es posible que Knopfler haya perdido un poco de voz con el paso de los años, pero sigue en condiciones de atrapar a sus audiencias con un timbre que ha ganado en gravedad y con su ya archiconocida maestría en el 'fingerstyle'.
Knopfler hizo uso de sus mejores capacidades en "Marbletown" y "Speedway at Nazareth", predecesoras de un final de fiesta que, como no podía ser de otra manera, corrió a cargo de los himnos de la banda creada por Mark y su hermano David en el Londres de 1977.
"Telegraph road", "Brothers in arms" y "So far away" enloquecieron a unos seguidores que para entonces ya se habían roto las manos de tanto aplaudir a su artista, encantados con el viaje en el tiempo que se acaba de producir en el graderío de Las Ventas.
Tras unos minutos de pausa, Knopfler regresó a escena para agasajar a su público con "Piper to the end" y cerrar una nueva fecha del tour que ahora le llevará a Bilbao -viernes- y a la localidad abulense de Gredos -sábado-.