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Cruce de maletas en el ecuador de las vacaciones

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Imagen del aeropuerto de Barajas
Gente haciendo cola en el aeropuerto de Barajas. (Imagen de archivo)

El segundo fin de semana de agosto siempre es especial. Y no sólo porque muchos pueblos celebran sus fiestas patronales. La operación salida de vacaciones se une a la operación regreso.

En los centros neurálgicos de transporte (estaciones de autobús, de tren y aeropuertos) se mezclan aquellos deseosos de irse de vacaciones con los que no tienen más remedio que volver después de pasar unos días de descanso.

Tranquilidad en Barajas, sin huelga

Entre los primeros, los que se van de vacaciones, están Lauren y Mª Ángeles. Vienen de Cáceres. Buscan desesperadamente su vuelo en las pantallas de la T-4 del aeropuerto de Barajas.. "Mira, mira, aquí está", comentan. Ahora tienen otro problema. El 'autocheking'. "No sabemos lo que es", reconocen. Este año se van seis días a Tenerife. "Es que está la cosa muy 'achuchá'", aseguran.

A los que ya se les acaba lo bueno son a Ismael y Macarena. Esta pareja de sevillanos acaban de aterrizar en Madrid después de pasar 10 días en Nueva York. "El viaje ha sido muy corto, como todas las vacaciones", aseguran un poco aturdidos por el 'jet lag'. Ahora les toca embarcar de nuevo, rumbo a la capital andaluza. Y les da pereza porque "acabo de hablar con mi madre", dice Macarena, "y tienen 45 grados", cuenta resignada.

Está previsto que Barajas opere 4.795 vuelos entre este viernes y el próximo lunes 16 de agosto. En total, las compañías aéreas ofrecerán 796.053 plazas.

Atocha, repleta de pasajeros

En el centro más importante de la red viaria de ferrocarriles de España, la estación de Atocha de Madrid, el trasiego de viajeros es incesante.

Algo que ha llamado, y mucho, la atención de Raquel y su marido. Han venido en tren desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y, junto a su hija, se dirigen a Toledo a pasar cuatro días de vacaciones. ¿Sólo cuatro días? "Bueno, nunca tenemos vacaciones, así que está bien", contestan.

Han escogido el tren por comodidad, por evitar los atascos con el coche. El mismo motivo que Pepe y Gema. Ellos acaban este viernes sus vacaciones. Han estado cuatro días en Madrid con sus dos hijas. "Ha sido la primera vez. Y es para repetir", afirman junto al jardín tropical, el lugar preferido por todos los viajeros que esperan el tren en la estación madrileña.

Unos vienen y otros van. Y entre los que se van, Miguela Gómez, una simpática enfermera onubense dispuesta a tomarse "una pequeña tapita de tres días en Alicante que me sirve para ver a mis amigas". Y también, reconoce, "para quitarme el calor de estos días, que el jueves en un pueblo que estuve... ¡los termómetros marcaban 47 grados!".

La huelga de Auto-Res

Este viernes, una nueva jornada de huelga ha vuelto a poner a prueba la paciencia de los viajeros. A Carmen, por ejemplo, le han dicho que el billete que tenía no era válido. "Que ya estaba lleno el autobús. No sé si es el motivo real o el ficticio, lo que sé es que me voy a Salamanca una hora más tarde", comenta enfadada.

Menos suerte ha tenido Jim. Quería un billete para viajar a Valencia el sábado. Tras hacer cola en una ventanilla, la persona que le atendió le dijo que el primero podía ser a las 20:30 horas, pero que no podía emitírselo, que tenía que ir a otro mostrador. En el otro puesto le han comunicado que está completo y que debe irse a otra compañía. "No lo entiendo", cuenta resignado.

El autobús, más económico

En época de crisis, es el medio más barato. Así lo reconoce María Suárez, que inicia este viernes sus vacaciones. Se va a Cádiz, donde le espera su familia. "El tren es muy caro y el avión... Si lo hubiera hecho con tiempo...", se lamenta. Pero no se queja porque, por delante, se presentan "15 días de playa".

Méndez Álvaro, la estación de autobuses más importante de Madrid, es un hervidero de gente este viernes. Prácticamente no hay bancos donde sentarse y las colas para comprar un billete son cada vez más largas.

En una de ellas Concha, vecina de Madrid, comenta que se va a Alicante a disfrutar de su última semana de vacaciones. "Me voy en autobús porque se me estropeó el coche y el seguro me paga el billete. Hubiera preferido ir en tren, pero no había billetes", afirma.

Pero no a todo el mundo le gusta viajar. Un ejemplo es Candi Merino. Regresa a su pueblo, Aldea del Rey (Ciudad Real), "de donde son las berenjenas, ponlo ahí". "Son muchos recuerdos, pero hay que darle una vuelta a la casa", cuenta resignada y se despide para ir junto a su marido.

Y otros tienen que hacer verdaderas odiseas para llegar a su destino. Como Pablo. Quería ir a Sevilla, donde le espera su hermano para ir juntos en coche a Jabugo (Huelva). "Pero he llegado y no hay billetes", asegura. Ahora tiene que ir a Zafra (Badajoz), nuevo lugar de reencuentro familiar.