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Mueren el captor y ocho rehenes en el asalto de la Policía filipina a un autobús secuestrado

  • Seis secuestrados están hospitalizados y uno gravemente herido
  • China rechaza la forma en la que Filipinas ha gestionado el asunto
  • El secuestrador era un ex policía que quería volver al cuerpo

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Tras once horas de secuestro, las fuerzas de especiales filipinas han asaltado el autobús de turistas retenido por un ex policía, en una polémica operación que se ha saldado con la muerte de al menos ocho de los quince rehenes a bordo y del propio captor, según ha confirmado el presidente de Filipinas, Benigno Aquino.

"El trágico incidente se ha cobrado la muerte de ocho civiles inocentes. Con todo el pueblo filipino, muestro mis más profundas condolencias con las familias que han perdido la vida en la toma de rehenes", ha añadido en un comunicado.

De esta forma Aquino ha querido responder al malestar que ha creado la resolución del secuestro en las autoridades chinas, que han mostrado a través del líder de Hong Kong, Donald Tsang, su decepción por la "gran tragedia" ocurrida.

Por su parte, Hong Kong ha detallado que seis rehenes han sido hospitalizados y que otro más se encuentra muy grave.

Las autoridades consulares chinas han anunciado que dos aviones de la compañía Cathay Pacific trasladarán a la zona a los familiares de las víctimas y han pedido a los ciudadanos de Hong Kong que no viajen a Filipinas.

El secuestrador, Rolando Mendoza, murió al ser alcanzado por un disparo en la cabeza efectuado por un tirador con un arma de precisión, según ha señalado la Policía.

"El secuestrador ha sido asesinado. Eligió el intercambio de disparos con nuestros hombres", ha detallado el jefe de la Policía, Nelson Yabut, a los periodistas que se han agolpado en el luhar del secuestro.

Intercambio de disparos

El ex policía abrió fuego con su fusil ametrallador M-16 cuando los miembros de las fuerzas de seguridad llevaron a cabo el primer intento de penetrar en el vehículo, cerca de la plaza Rizal, uno de los lugares más visitados de la capital filipina.

En declaraciones a una radio local, el secuestrador ya había advertido: "Estoy viendo a muchos SWAT (miembros de los comandos de intervención). Sé que quieren matarme. Tienen que irse todos porque en cualquier momento haré lo mismo aquí".

Mendoza, un ex policía de 55 años que fue condecorado en 1986 como uno de los mejores agentes del país, había parado el autobús con 25 pasajeros a bordo en una de las amplias avenidas del principal parque de Manila, la capital del país.

Las cámaras de televisión han mostrado en directo el asalto, que ha durado una media hora, y posteriormente han recogido cómo los policías recogían un cuerpo tirado en la puerta del autobús.

Liberación previa

A lo largo del día, parecía que se podría llegar a una solución pacífica, con el hombre armado negociando tranquilamente con la Policía y la defensora del pueblo para ser readmitido en su puesto.

En el transcurso de la negociación, seis hongkoneses y tres filipinos, en su mayoría mujeres y niños, fueron liberados por etapas.

Mendoza también pidió comida para los que estaban en el interior, que fue facilitada, y gasolina para el aire acondicionado del coche, que estaba soportando altas temperaturas.

El hermano del secuestrador, ha contado a una televisión local que su hermano estaba decepcionado por su salida de la Policía y que había sido expulsado "sin proceso ni juicio ni queja".

Una cartulina con reivindicaciones

Desde el primer momento, el secuestrador colocó una cartulina en una ventana del autocar en la que escribió las condiciones para la poner en libertad a los rehenes, y que incluían la de que debe ser absuelto por la defensora del Pueblo de Filipinas de los cargos que sobre él pesaban.

Mendoza también hizo llegar mensajes escritos en pequeños trozos de papel a los agentes desplegados en la zona, mientras que la Policía trataba de hablar directamente con él llamando al teléfono móvil del conductor.

Mendoza exigía que se le absolviera de los cargos que pesan contra él y ser readmitido en el cuerpo, del que le quedaba sólo un año para jubilarse.

Según los datos policiales, el inspector Mendoza fue expulsado definitivamente del cuerpo el pasado enero junto a otros cuatro agentes por la defensora del pueblo de Filipinas.

El ex inspector extorsionó hace dos años a un ciudadano filipino, Christian Kalaw, al que exigió 20.000 pesos (unos 349 euros) por permitirle aparcar en un lugar prohibido, conducir sin licencia y consumo de drogas.

De acuerdo con el citado informe policial, el ex oficial y otros tres agentes obligaron a Kalaw a tragarse un sobre lleno de metanfetamina hidroclórida, una droga alucinógena de extendido consumo en el sudeste de Asia.