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La expulsión de gitanos de Sarkozy topa con la Iglesia y divide a la derecha francesa

  • El ministro del Interior ofrece una reunión al líder de los obispos franceses
  • Ex ministros de derecha critican la política contra los gitanos rumanos
  • Las encuestas colocan a tres líderes de izquierda por delante de Sarkozy

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El giro en la política de seguridad de Nicolás Sarkozy -destinado en parte a compensar su caída en las encuestas tras el caso L'Oréal- no sólo no ha tenido el efecto deseado, ya que le ha colocado en su nivel más bajo a dos años de las presidenciales, sino que le ha abierto un nuevo frente: el conflicto con la Iglesia católica.

Durante este fin de semana, los representantes de la Conferencia Episcopal francesa y el propio Benedicto XVI han criticado públicamente las deportaciones de gitanos rumanos y el desmantelamiento de sus campamentos, hasta el punto de que un sacerdote próximo a la comunidad gitana ha llegado a desear que a Sarkozy le dé un ataque cardíaco.

La situación ha sido aprovechada de manera inmediata por los opositores de Sarkozy en el centro y la derecha, ansiosos por atraer a los votantes católicos tradicionales para aumentar la sangría de votos de la gobernante Unión por la Mayoría Presidencial (UMP).

El ex primer ministro, Dominique de Villepin, escribe en un artículo que publica este lunes Le Monde que en la bandera francesa hay "una mancha de vergüenza" causada por la "deriva inaceptable" del Gobierno en materia de seguridad.

Otra caída en desgracia de Sarkozy, la ex ministra de Justicia Rachida Dati, preconiza en el mismo diario que se "recupere" la unidad perdida en los valores de la República.

Dati habla en nombre de "los hijos de la inmigración" , de los que ella forma parte, por la defensa de la igualdad como "la finalidad de la integración".

Más específica ha sido la ex ministra Christine Boutin, que ha subrayado que la declaración de Benedicto XVI relanza el proceso de reflexión abierto en su partido, Partido Cristianodemócrata, sobre un eventual divorcio de la UMP de Sarkozy.

Llamada al diálogo con la Iglesia

Por este motivo no es extraño que el ministro del Interior, Brice Hortefeux, haya invitado al presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, el cardenal y arzobispo de París André Vingt-Trois, a un encuentro para analizar y explicarle su versión de esta polémica.

"Estoy plenamente dispuesto a recibir, si él lo desea, al presidente de la Conferencia Episcopal (...) acompañado de quien quiera", según Hortefeux, quien ha insistido en que estará "encantado" de escuchar "lo que me tengan que decir".

El cardenal ya le ha tomado la palabra y, a través de varios medios de comunicación galos, ha dicho que acepta su propuesta.

La reacción del ministro se produce después de que el Papa aludiera, sin citarla expresamente, a la ofensiva gala contra el colectivo gitano en un mensaje, tras la oración del Angelus de este domingo, en el que apelaba a saber acoger las "legítimas" diferencias humanas.

Y antes que el Pontífice, otros dos representantes de la Iglesia católica en Francia censuraron abiertamente las medidas del Ejecutivo contra los gitanos.

Uno de ellos, un sacerdote de Lille (noroeste), el padre Arthur Hervet, llegó a decir públicamente que reza para que Sarkozy tenga una crisis cardiaca que le impida seguir adelante con su "guerra" contra los gitanos.

"Rezo, os pido perdón, para que el señor Sarkozy tenga una crisis cardiaca", dijo este sacerdote, muy conocido por su apoyo a la comunidad gitana, tras oficiar la habitual misa dominical, aunque horas después precisó sus declaraciones en un comunicado.

Ni Hortefeux ni el ministro de Inmigración, Eric Besson, han comentado sus palabras y simplemente se han limitado a rebatir a quienes se empeñan en condenar algo que, según ellos, es totalmente legítimo y además se está haciendo en otros lugares.

Según Besson, las palabras que se están escuchando al respecto en las últimas semanas "dan la impresión de que estamos en la Segunda Guerra Mundial".

Besson se ha referido también al mensaje del Papa en el que apelaba a la "fraternidad universal", algo en lo que Francia aventaja a muchos otros países, según el ministro.

"Somos el segundo país del mundo, después de Estados Unidos (...) en materia de asilo" y, según él, en el caso de los extranjeros en situación irregular, Francia aplica las normas "más respetuosas" con ese colectivo.

Otro miembro del Ejecutivo, el ministro de Agricultura, Bruno Le Maire, se ha sumado a la polémica para recordar la vigencia del "principio de separación total de Iglesia y Estado".

La izquierda, exultante

Mientras, desde la oposición, sigue hablándose de política vergonzosa, peligrosa y racista no solo en lo que afecta a los gitanos, sino en términos de seguridad en general.

El ex primer ministro, el socialista Lionel Jospin, habla en Le Monde de una "estrategia de tensión" que es "peligrosa para el país".

Además, la izquierda cuenta cada vez con más apoyo de cara a las eleccionesa presidenciales, según las encuestas.

Más de la mitad de los 1.000 franceses encuestados quiere que la izquierda gane las próximas elecciones presidenciales, según un sondeo que publica el diario Liberátion. Además este sondeo revela que uno de cada dos encuestados cree que la izquierda ganaría de celebrarse hoy mismo.

Las últimas acciones del Gobierno galo, como la deportación de los gitanos de la pasada semana, han provocado la caída de la popularidad del presidente Nicolás Sarkozy. Tan sólo un 24% apuesta por su reelección.

Sin embargo, el actual presidente sólo destaca en temas de seguridad (43%). Aún así la mayoría de los encuestados opina que si la izquierda asumiera el poder en la actualidad, no lo haría mejor que la derecha.

Para encontrar las mejores soluciones a los retos actuales, como la  financiación de las pensiones, el 50% votaría al Partido Socialista, frente al  29% que cree que lo haría mejor Sarkozy y la actual mayoría  de derechas.

De entre los líderes de la izquierda, el más valorado con diferencia es el actual dirigente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, a quien apoyaría un 44% de los encuestados. En segundo lugar, con el respaldo del 31% de los encuestados, se sitúa la primera secretaria del Partido Socialista, Martine Aubry.