Cuatro oficiales de la Policía filipina, apartados por la gestión del secuestro

• Se les mantendrá así "hasta que se conozcan los resultados de la investigación"
• El presidente filipino defiende la actuación de la Policía, que admitió errores

La jefatura de la Policía filipina ha apartado este miércoles del servicio a cuatro de los oficiales del cuerpo que estuvieron al frente del polémico operativo que trabajó en el secuestro de un autobús en Manila.

Dicho operativo concluyó con la muerte del secuestrador y de ocho rehenes de los hasta 25 que estuvieron secuestrados a bordo de un autocar. El captor, Rolando Mendoza, de 55 años y ex policía condecorado en diez ocasiones, pretendía con esa acción su readmisión en la Policía y la revisión del caso por el que fue apartado del cuerpo en 2008 tras ser implicado en un asunto de robo y extorsión con drogas.

El jefe superior del departamento, Agrimero Cruz, no ha identificado a los cuatro oficiales que permanecerán apartados del servicio hasta que "se conozcan los resultados" de la investigación interna sobre el desarrollo de la actuación.

La Policía admite errores

La Policía admitió el martes que se cometieron errores en la ejecución de la estrategia para poner fin al secuestro perpetrado el día anterior por un ex oficial del cuerpo armado con un fusil ametrallador, y que fue retransmitido en directo por los canales de televisión de medio mundo.

El secuestrador había liberado ya a algunos pasajeros.Las informaciones son todavía confusas y de momento sólo se sabe que el secuestrador ha muerto y que hay varios rehenes heridos, según un portavoz policial.

Cerca de dos decenas de efectivos de la unidad de intervención inmediata de la Policía abortaron un intento de penetrar en el interior del autocar cuando el secuestrador abrió fuego, y durante aproximadamente una hora aguardaron en ambos lados del vehículo.

La actuación policial para poner fin a un secuestro que duró unas 12 horas y que terminó cuando el secuestrador fue abatido de un disparo, ha sido duramente criticada por los gobiernos de Pekín y Hong Kong, que hoy repatrió los cadáveres de las ocho víctimas y a los supervivientes.

El presidente filipino, Benigno Aquino, defendió el martes la actuación de la Policía tras la repulsa de Hong Kong y Pekín, aunque ordenó a los ministerios de Justicia e Interior abrir una investigación sobre la gestión policial de la crisis.