Enlaces accesibilidad

Marlango reinventa el cielo de Madrid

  • El grupo de Leonor Watling abrió las "Alcazar's night" con un formato nuevo
  • La galería del Teatro Alcázar parecía el Soho neoyorkino

Por
La voz de Marlango, Leonor Watling
Leonor Watling, líder del grupo, estuvo inspirada y relajada sobre el escenario

Leonor Watling suele decir que cuando se sube a un escenario no realiza un ejercicio de interpretación. Su faceta como actriz queda a un margen. Sería imposible desmentirlo tras la naturalidad y frescura vocal con la que encandiló el pasado miércoles al público madrileño.

Marlango fue el primer invitado a las "Alcazar's night", la propuesta musical que acaba de estrenar el Teatro Alcázar para la noche de los miércoles. La conocida sala ha abierto los ventanales de su galería para acoger acústicos íntimos y artesanales con vistas a la calle Alcalá. Los próximos padrinos de este ciclo serán Bebe y el exlíder de Elefantes, Shuarma.

Un concierto atrevido y muy personal

Siendo tal la propuesta, abrir cartel con Marlango arrojaba muchas posibilidades. Sin embargo, nadie esperaba lo que iba a acontecer entre las desnudas paredes de aquella aparente sala de exposiciones. El grupo no llegó a rasgarse el corsé, se presentó a descubierto desde el principio y ofreció un formato atrevido a la par que muy personal.

Leonor saltó al escenario desarticulando antojos vocales con un tema country de Melanie tan solo acompañada por la electroacústica de Toni Brunet.

El guitarrista, que les acompaña desde hace un año en la gira de su último disco, es un prometedor cantautor y Leonor quiso darle la venia ante sus seguidores. El primer tema del concierto lo cantó Brunet, quien fue el artífice de que escasos minutos después Watling se desenfundara del anglosajón para cantar un dueto del mismo: "Conectividad".  

Era un aperitivo. Por fin comenzaron a aparecer las piezas del puzzle que faltaban. Óscar Ibáñez quiso rivalizar con su trompeta y se arrimó suavemente al micrófono para interpretar una versión que el público acogió con emoción contenida. La hasta entonces vocalista se había retirado a las escaleras del escenario y observaba a su compañero, absorta y conmovida.

"Con todos mis respetos, una versión Marlango"

Había encontrado el sentimiento exacto para enrolarse en el atrevimiento: "Con todos mis respetos, una versión Marlango" susurró la actriz y cantante, cada vez más próxima al sitio de su recreo, paraíso interno que describió Antonio Vega. 

Con el mismo movimiento pendular, balanceándose en las melodías, fueron tocando a la puerta canciones de "Life in the tree house". Entre versión y homenaje ("No mires a los ojos de la gente") y dos temas más de Brunet, sonaron más libres que nunca "I don't really want to Know", "Let the skay fall" y "The answer".

A través de los ventanales caía sobre la ciudad una noche cerrada y dispuesta a iluminarla, Alejandro Pelayo marcó el camino de "Hold me tight" y el tímido "Not without you" para recuperar la estela de los trabajos anteriores del grupo. 

Las agujas del reloj no perdonaban la incipiente madrugada. El ambiente era propicio para terminar de afilar gargantas y Leonor Watling improvisó con la imaginación aires de cabaret. "Shake the moon" sonó a clásico y "Dance, Dance, Dance" dejó la puerta abierta para un próximo baile. Puede que un "pequeño vals" o una certera confidencia. Alguien recordaba el momento cumbre de la noche. "Lo que yo llevo cuarenta canciones intentando contar, él lo cuenta en una bien" había ironizado Leonor para después cavilar sobre el secreto de la vida en las letras de James Taylor. 

Alguna extraña verdad había evadido la razón para calar mucho más que los huesos. No llovía, pero había refrescado, y parecía verse más limpio, más claro, el lejano cielo de Madrid.