Julia Roberts, la esposa de América
- La actriz norteamericana recibirá el Premio Donostia el 20 de septiembre
No debe ser fácil pasar de ser prácticamente una desconocida a, de la noche a la mañana, convertirse en la que muchos enseguida bautizaron como "novia de América"...
La chica con la que todos nos queríamos reír, que nos hacía pasar un buen rato desde la oscuridad de una sala de cine y, en definitiva, la que nos hizo creer que las estrellas de Hollywood podían ser más cercanas de lo que pensábamos.
Eso ocurrió en 1990, y unas piernas interminables, una sonrisa a prueba de bombas y unas botas por la rodilla hicieron de Julia Roberts la actriz mejor valorada de la década. La responsable, una prostituta con buen corazón... Pretty Woman. El resto, ya es historia...
Frenesí laboral durante los primeros años (no había película en la meca del cine en la que no se barajara su nombre), taquillazos... algún que otro patinazo, y los tabloides publicitando cada uno de sus romances. Un día Julia agarró las riendas de su carrera, se apuntó al "rollito indie" y esa decisión culminó con un Oscar por Erin Brokovich...
Lo primero que sorprende cuando estás frente a ella es pensar que Julia pudiese encajar en el rol de "típica actriz norteamericana". Es directa, a veces ruda y sin hueco para la dobleces. Dice las cosas como las piensa y te dá la sensación de que conoce todos los secretos del negocio.
El encuentro con ella se produce durante la promoción de Come, reza, ama... una cita en la que se encarga de engrandecer las virtudes de su partenaire español, Javier Bardem, y donde da respuestas claras y concisas.
Nada se le escapa a la Roberts. Apretón de manos al periodista (y cuando digo "apretón" es "apretón"), explota su sonrisa en las preguntas más incómodas y hace que todo fluya sin tropiezos...
Esa es, por lo menos, la sensación que yo experimenté. Después, en el típico brainstorming que se desencadena después de una entrevista como ésta, periodistas de otras cadenas la tachaban de "fría" y "cortante". Yo prefiero quedarme con mi versión de los hechos, pero sí me atrevo a añadir que entre la corte de publicistas que la rodeaban se masticaba la tensión en el ambiente... Cuando Julia ordena, todos obedecen.
Como dato curioso, añadir que es la única vez en mi carrera que a los medios acreditados nos dejaron encerrados en la sala de prensa hasta que Roberts salió de ella y regresó a sus aposentos. Así no había riesgo de cruzarnos con la actriz de manera informal. Un ejemplo más de que Julia Roberts es, desde hace tiempo, una mujer que en plena madurez controla cada uno de sus movimientos...
Ahora está mucho más cerca de ser la "esposa de América" que aquella novia adolescente que todos quisimos tener.