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Rusia y Noruega firman un acuerdo sobre el Ártico tras más de 40 años de disputas

  • Así se facilitará la explotación de gas y petróleo de cada país
  • En la zona el deshielo favorece el acceso a los recursos naturales

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Tras 40 años de disputa, Rusia y Noruega han logrado firmar un acuerdo para determinar cuáles serán sus fronteras en el Ártico y, de este modo, facilitar la explotación de gas y de petróleo de cada país.

El presidente ruso, Dimitri Medvedev, y el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, han realizado el acto de la firma en en Murmansk, una ciudad portuaria del Mar de Barents, cerca de la frontera noruega con el norte del Círculo Ártico.

Final de la disputa

El territorio protagonista del conflicto tiene una extensión de 175.000 kilometros cuadrados, un área que, aproximadamente, es la mitad del tamaño de Alemania, y dicha extensión se ubica principalmente en el Mar de Barents donde están las reservas de petróleo limítrofes con Rusia y Noruega.

"La firma del acuerdo, cuyas negociaciones comenzaron en 1970, marca un avance histórico en las relaciones", ha declarado el Kremlin a través de un comunicado. Con la firma de este miércoles se concluye la fase anterior, en la que Medvedev y Stoltenberg llegaron a un acuerdo preliminar el pasado mes de abril.

"Es un ejemplo práctico del principio de que todos los posibles conflictos en el Ártico deben ser resueltos por los propios Estados del Ártico aunque las negociaciones siempre deben darse sobre la base del derecho internacional vigente".

De hecho, ahora el conflicto no ha terminado en el Ártico ya que Canadá, Rusia, Noruega, Estados Unidos y Dinamarca, los únicos países con costas árticas, se apresuran a presentar reclamaciones territoriales debido a que ahora, ante la reducción del hielo ártico, el acceso al petróleo, el gas y las reservas de metales preciosos que podrían ser más accesibles.

Según la ley internacional, a los cinco les pertenecen 320 km al norte de sus fronteras, pero Rusia reclama una mayor parte del territorio basándose en su tesis de que el fondo marino en el Ártico es una continuación de su plataforma continental.