Felipe Cazals juega a John Ford en 'Chicogrande'
- Felipe Cazals presenta Chicogrande, ambientada en el México de Pancho Villa
- Sigue alas 22.00 horas (La 2) la gala inaugural de la 58ª edición del festival
Ver una película de cine en el festival de San Sebastián no es, obviamente, como verla en el salón de tu casa a solas. No sólo porque el pantallón del Kursaal hace más intensa la experiencia cinematográfica y le da más sentido en estos tiempos de piratería y cine en la pantalla del ordenador.
Sino porque lo mejor de ver aquí una película -en este caso Chicogrande, de Felipe Cazals- es que te vas con colegas, amigos, compañeros -en este caso un compañero de Radio Nacional y un antiguo director de Radio 3- después del visionado a compartir reflexión, opinión, crítica. A la antigua usanza.
Y vas construyendo tu propia crítica de la película con las aportaciones de los demás, como las piedras que se rozan y van moldeando las aristas.
El veterano cineasta mexicano Felipe Cazals ha sido el encargado de abrir la Sección Oficial con Chicogrande, una cinta de factura clásica sobre un episodio de la Revolución mexicana capitaneada por el mítico Pancho Villa.
El personaje que da título al filme es un lugarteniente de Villa, que busca un médico que cure al líder revolucionario, malherido. Frente a él, un batallón norteamericano que ha entrado en territorio mexicano para capturar a Villa con la aquiescencia del Gobierno centroamericano y liderado por un despiadado comandante que odia a los mexicanos.
Las mentes más suspicaces buscarán paralelismos con la actualidad: Irak, Afganistán, etc.... Pero la película quiere ser más bien un western de toques patrióticos, precisamente cuando México celebra el bicentenario de su independencia.
La película comienza con espectaculares imágenes del desierto mexicano, reminiscencias del Monument Valley fordiano. La historia de persecución y el carácter fronterizo del escenario pueden recordar a Ethan Edwards y Centauros del desierto. La comparación suena atrevida... y lo es.
Porque Cazals realiza la película con una factura académica pero brillante, cada plano está cuidado al detalle, cuenta con buenas actuaciones, no hay maniqueísmo en su pintura de la guerra, narra una historia interesante... Pero el conjunto falla. Falta vida. Mimbres adecuados pero sin alma. Le falta la profundidad de personajes de Ford, su naturalidad, sus diálogos.
Cataluña sigue ofreciendo jóvenes cineastas
Fuera de la Sección Oficial, este viernes llegan tres películas por lo menos interesantes. La coreana Poetry (Poesía), de Lee Chang-dong, en Zabaltegi-Perlas, que nuestro crítico Javier Tolentino elogió a su paso por Cannes; la española Blog, opera prima de la catalana Elena Trapé, en Zabaltegi-Nuevos Directores, y Abel, en Horizontes Latinos, estreno en el largo de ficción como director de Diego Luna, producido por John Malkovich.
Considera uno que si fuese una película en inglés, rodada por alguna joven directora neoyorquina, Blog sería alabada como un hallazgo indie, como una pequeña joya.
Elena Trapé, antigua alumna de la Escuela de Cine de Cataluña, ha realizado una película pequeña pero cargada de oficio y chispas de genialidad.
Realizada con mezcla de vídeo casero y cámara de cine y narrada con la ayuda del messenger, Blog es una película difícil de clasificar.
Adolescente para algunos porque sus protagonistas son adolescentes y habla de sus problemas. De suspense, porque desde el principio sabes que algo va a pasar, pero el guión lo utiliza para manejar la tensión. Incluso social, porque muestra con enorme naturalismo cierta cotidianidad (llena de vaciedad) de la adolescencia actual, pegada a su pantalla del ordenador.
El año pasado fue Mar Coll con Tres días con la familia, este año, otra joven catalana nos deja una perlita, con sus carencias, sí, pero merecedora de haber estado en la Sección Oficial, y no en la sección Zabaltegi.
México por partida doble
“Diego Luna dirige una historia de corte edípico“
Por último, Abel es una historia con trasfondo edípico, también ambientada en México. El protagonista, un chico de alrededor de diez años, vuelve a casa tras salir de un sanatorio mental. No habla, hasta que un día comienza a hacerlo, precisamente en el momento en el trata de sustituir el papel de su padre ausente.
La madre, dispuesta a no perder de nuevo a su hijo, seguirá el juego. Incluso cuando vuelve el padre huido.
Diego Luna ha relatado que ese tipo de anomalía psiquiátrica está documentada, pero a pesar del buen hacer del joven actor que encarna a Abel, no es fácil creer que eso pase. A la película le falta ritmo en ocasiones y le cuesta entrar en harina, aunque va de menos a más y al final queda un regusto general posimtivo.
El actor y director mexicano, demuestra, eso sí, mucho oficio como realizador, y no esconde sus pretensiones estéticas y narrativas.
Una buena jornada inaugural para un festival que, se respira en el ambiente, afronta una edición de recortes y la falta de glamour que este tipo de citas suelen necesitar para atraerla atención de público y focos.