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PERFIL

Mikel Olaciregi, un púgil vestido con sonrisa

  • El director del festival de cine de San Sebastián lo es por última vez en 2010
  • Será sustituido por José Luis Rebordinos desde el próximo 1 de enero

Por

Nacido en Pasaia (Gipuzkoa) en 1956.

Licenciado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Deusto (Campus de Donostia) en 1978.

Su relación con el Zinemaldia comienza en 1986, como productor de los programas especiales que Euskal Telebista realizaba por el certamen.

En 1993 se incorpora al Festival como Gerente y en 1999 es nombrado Subdirector del mismo.

En enero de 2001 asume la dirección del certamen¿.

Mikel Olaciregi es tan cordial como seguro que le recordarán los invitados para los que ha sido el perfecto anfitrión en estos años en que ha llevado sin soltarlas las riendas del Festival de cine de San Sebastián. Ahora que lo pienso, siempre le he visto sonriente.

Año tras año ha ido asentandose cada vez más en el difícil rol de director, rodeado de ese pequeño gran equipo de gente combativa y luchadora con el que saca adelante el certamen.

A menudo nos hemos encontrado en esos festivales del mundo, Cannes por ejemplo, buscando perlas, con su cartera al hombro, siempre corriendo para abarcar lo inabarcable. Discreto y reservado, escurridizo muchas veces, no es una persona que se deje conocer a la primera y me temo que tampoco a la segunda ni a la tercera.

Pero hay algo de lo que estoy absolutamente segura, que este nombre de nombre impronunciable para los que lo quieren todo bueno, bonito y barato, es un apasionado del cine.

Ha sabido cuadrar letras y números, lidiar con políticos, gestores y economistas, pero su cinefilia está fuera de toda duda. Más allá de declaraciones, puntuales y formales, charlar con el de cine es un placer. Le brillan los ojos cuando analiza las películas. Se entusiasma y entusiasma a su interlocutor.

El defensor de sus apuestas

Yo me quedo con ese Mikel al que uno no se imagina en un despacho, aunque sepa que lo tiene, porque siempre le ves arriba y abajo, con gran energía, mientras dura el Festival, incansable, haciendo kilómetros y poniendo al mal tiempo buena cara, superando los inevitables obstáculos e imprevistos.

En el saludo y en la despedida es siempre el mismo, equilibrado y amable, defendiendo sus apuestas cuando le pides una pista para ver por donde van a ir los tiros o el balance en la valoración de cierre.

Para mí, Mikel Olaciregi es lo más parecido a un púgil al que no tumban, aunque le haya tocado, en los últimos tiempos, bailar con la más fea, la crisis recortadora.

Cuando haga el traspaso de papeles, dejará impresa su imagen más charmant como recuerdo de este tiempo compartido en que ha dirigido, contra viento y marea, este festival de largo recorrido histórico.