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Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre

  • La crisis económica ha dejado una situación que no favorece a este objetivo
  • El empleo y la alimentación se han visto muy afectados

Ver también: Especial Objetivos de Milenio

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El primer objetivo consta de tres metas claras: reducir a la mitad el porcentaje de personas que disponen de ingresos inferiores a un dólar al día, lograr empleo pleno, productivo y decente para todos, y, por último, reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen hambre. Todo ello deberá lograrse entre el año 1990 y el 2015.

Aunque es cierto que en un primer momento se lograron unos datos esperanzadores (la tasa de pobreza descendió del 46% al 27% en 15 años), la crisis global ha tenido sus efectos en los sectores más desfavorecidos, algo que ha desacelerado el ritmo de los logros en este primer objetivo.

Meta 1: reducir la pobreza

De hecho, en el año 2009, según las estimaciones del Banco Mundial,  la crisis económica ha dejado 50 millones de personas más en pobreza extrema.

Pese a este cierto grado de pesimismo, lo cierto es que antes de la crisis, la intensidad de la pobreza había disminuido en casi todas las regiones y estos avances deberían ser suficientes como para mantener el progreso hacia la consecución de esta primera meta.

Asia Oriental es la región que más progresos presenta y se espera que todas las regiones en vía de desarrollo, salvo África subsahariana, partes de Europa Oriental, Asia Central y Occidental, alcancen la primera meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (OMD).

Por otro lado, para reducir la pobreza y las condiciones infraumanas de vivienda, cabe destacar la premisa que el informe de la ONU incluye: las inversiones en reducción de riesgos debido a catástrofes pueden producir beneficios a largo plazo, incluyendo avances hacia los OMD.

Prueba de ello es que catástrofes naturales como el terremoto de Haití o Chile, o las inundaciones de Brasil y Pakistán, han puesto de manifiesto la necesidad de construir edificios más resistentes a posibles peligros y la protección del territorio.

De hecho, la experiencia demuestra que las inversiones en reducción de riesgos por desastres producen beneficios a largo plazo: pérdidas futuras menores, menos reconstrucción, medios de ganarse la vida más robustos, comunidades más fuertes y ecosistemas protectores y productivos.

Es más, esta situación también ha tenido sus efectos en el deterioro del mercado laboral y, consecuentemente, se han generado menos ingresos y precios más elevados, factores que, en definitiva, han supuesto que se obtenga menos acceso a productos de calidad.

Por todo ello, y si tenemos en cuenta que se calcula que el 97% del riesgo de mortalidad  por desastres naturales a nivel mundial lo corren las poblaciones de  riesgos bajos y medio bajos, si se incrementa la inversión en prevenir  estos riesgos se lograrán grandes avances.

Meta 2: Lograr empleo pleno y productivo

La crisis económica también ha tenido sus repercusiones en el mercado laboral, de forma que se ha generado un fuerte descenso del empleo. Ello ha supuesto que miles de personas busquen formas de empleo vulnerables y se haya multiplicado la cantidad de trabajadores vulnerables.

Ahora, aunque la situación parace ir a mejora, es probable que las condiciones que ha pasado el mercado laboral afecten negativamente a gran parte del progreso logrado durante la década pasada en la meta de lograr trabajos decentes.

Según las estimaciones preliminares, hubo un crecimiento negativo en todas las regiones, en especial en los países de transición del Sudeste de Europa, América Latina y el Caribe. Y, además, se estima que se ha multiplicado el número de personas con un trabajo vulnerable que implica remuneración inadecuada, baja productividad y condiciones de trabajo que menoscaban los derechos laborales fundamentales.

Los sitios en los que se espera un impacto negativo más grande es en África subsahariana, el Sur de Asia, el sudeste asiático y Oceanía, donde la pobreza extrema entre los trabajadores podría haber aumentado 4 puntos porcentuales o incluso más.

Meta 3: Reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre

La crisis también ha hecho mella en esta meta. Es probable que el hambre haya alcanzado un máximo en 2009. Antes, las regiones en vías de desarrollo habían hecho algunos progresos: el porcentaje de poblaciones con nutrición insuficiente disminuyó del 20% (entre 1990- 1992) al 16% (entre 2005 y 2007).

Pero ahora, ante el aumento de los precios de los alimentos en 2008 y la crisis, la Organización para los Alimentos y la Agricultura de las Naciones Unidas estima que las personas con nutrición insuficiente en 2008 podría haber llegado a 915 millones y superaría los 1000 millones en 2009.

Dentro de las personas que padecen hambre, uno de los sectores más afectados es el de los niños. Dentro de esta metaa se incluye el lograr que se reduzcan a la mitad la preponderancia de niños que pesan menos de lo normal en 2015. Algo complicado ya que la nutrición insfuciente entre menos de 5 años es muy común, por falta de alimentos, por falta de agua adecuada para el consumo y por prácticas de alimentación de poca salud.

Todos estos factores hacen que el gran reto siga estando en el Sur de Asia, donde la tasa de niños con un peso indacuado roza el 46%, la más alta del mundo.

En esta meta,  los conflictos suponen una amenaza constante para la seguridad humana y los logros de los ODM ya que, una de sus consecuencias son los campos de refugiados, donde cuentan con limitadas posibilidades de empleo y educación y servicios de salud inadecuados.

Según los últimos datos, más de 42 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares por conflictos o persecución, algo que lo único que hace es empeorar la situación global, la consecución de esta meta y, en definitiva, de este primer objetivo.