La triste historia del saolá
- El saolá o buey de Vu Quang es de los animales menos conocidos del mundo
- La especie se descubrió en 1992 y su vida ha sido una sucesión de penurias
- Según WWF el número de ejemplares no supera los 300 en todo el planeta
Ciencia al cubo
El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a jueves a las 15: 42; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55
El saolá o buey de Vu Quang es un animal muy tímido que vive en los bosques húmedos de la cordillera Anamita, que está entre Vietnam y Laos. Solo allí.
Fue descubierto hace muy poco, en 1992 y, desde entonces, su vida es una sucesión de penurias.
Su descubrimiento fue algo inesperado. Un equipo de zoólogos estaba recorriendo las Anamitas cuando se toparon con uno.
No esperaban en absoluto durante su expedición encontrar ningún mamífero (ya que no se descubría ninguno desde hacía 50 años) y mucho menos tan grande (el saolá pesa unos 90 kilos). El animal llevaba allí oculto, entre la densa vegetación, desde el Pleistoceno.
Mide unos 85 centímetros de altura, y metro y medio de largo, luce dos cuernos, paralelos y afilados muy largos, de hasta medio metro de longitud. Y su cara es muy particular. Tiene manchas blancas y unas prominentes glándulas delante de los ojos.
Su población no para de menguar
Tras su descubrimiento se estimó que existían unos mil ejemplares distribuidos por las colinas del centro de Vietnam y Laos. Unos años después, en 2004, la organización conservacionista que lo descubrió, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), anunció que el número había disminuido a menos de 300.
Y que el número seguía menguando hasta el punto de que sería difícil tener la diversidad genética necesaria para que la especie prosperara.
Los saolás estaban desapareciendo por la caza ilegal con cepos. Las ciudades cercanas demandaban carne de animales silvestres y una vez descubierto el saolá empezó a ser una opción.
Además, la medicina tradicional china atribuyó a las glándulas de su cara propiedades curativas, lo que incentivó su caza. Pero lo más grave era que su territorio estaba dividido en parches inconexos y sus poblaciones aisladas.
Clonación sin éxito
Los científicos vietnamitas intentaron recuperar la especie. Capturaron 20 ejemplares pero todos murieron a las pocas semanas excepto dos, que fueron
liberados nuevamente para evitar su pérdida. La perspectiva era tan negra que los científicos vietnamitas, a la desesperada, decidieron clonarlo.
Pero claro, su carrera hacia la extinción había sido tan rápida, que no había información sobre su ciclo reproductivo, ni siquiera de cuánto duraba un embarazo. Así, los intentos de clonación no tuvieron éxito.
Hoy en día el saolá aún no ha desaparecido. El gobierno vietnamita ha puesto todo de su parte para evitar esta pérdida. Ha creado nuevas reservas naturales y pasillos verdes. A finales de agosto un grupo de cazadores de Laos encontró uno (un macho adulto) y lo capturó.
En cuanto las autoridades locales se enteraron enviaron veterinarios para que lo revisaran y lo devolvieran al bosque. Como era de esperar, y dados los precedentes, cuando llegaron, el saolá había muerto.
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