Enlaces accesibilidad

'Pan negro' y 'Genpin': ¡Viva la diferencia!

  • Pan negro, de Agustí Villaronga, entra en la carrera por la Concha de Oro
  • La japonesa Genpin es un extraño documental sobre el parto natural

Por
'Pan negro' y la miniserie 'Operación Jaque', en el Festival de Cine de San Sebastián

El gran debate entre los críticos cinematográficos sobre los festivales de cine posiblemente si estos tienen que ser un lugar donde se proyecte buen cine, a secas, o si deben ser un laboratorio de ideas, un oasis para vanguardias cinematográficas.

Moviéndonos también en el terreno del quizá, es fácil apostar que en este tipo de eventos predomina más la segunda visión, un enfoque más elitista del tema. El cine más como poesía que como narrativa.

En la programación de este miércoles en la Sección Oficial hay algo de esa disociación, de esa especie de esquizofrenia de la que el cine nunca podrá huir. Por un lado, tenemos la tercera película española a concurso, Pa negre (Pan negro), del realizador mallorquín Agustí Villaronga, que adapta la novela homónima de Emili Teixidor.

Por el otro, Genpin, de la japonesa Naomi Kawase, un documental sobre una clínica de partos naturales en el país nipón, un curioso y sugerente ensayo poético al modo oriental sobre la vida y la muerte, sobre el carácter sagrado del proceso de dar a luz.

El título, Genpin, está superpuesto sobre las palabras del filosofo chino Lao Tzu "El espíritu del valle nunca muere / Se llama la mujer misteriosa (genpin)". En la película, el tocólogo Tadashi Yoshimura reflexiona sobre la relación entre el alumbramiento y la muerte, y observa, más como ser humano que como médico, que negar la muerte es negar la vida. La vida nacida a este mundo, la vida que termina en el momento del nacimiento, la vida que acaba antes del nacimiento. Las vidas no cesan como vida aislada, sino que son prolongadas por la especie, y siguen. Con el fluir de las estaciones japonesas, Naomi Kawase entra en el círculo de las mujeres que van a dar a luz en la Clínica Yoshimura y en el mundo del Dr. Yoshimura, que lleva 40 años dedicado al campo del alumbramiento natural, y teje, incorporando el metraje que rodó con su propia cámara de 16 mm, la trama para esta película.

Un drama rural-realista-mágico en la posguerra española

Al hablar de Pa negre hay quien le resta originalidad poniéndola en contacto con El laberinto del fauno o Secretos del corazón, o incluso Tasio Vacas, si se ponen.

La historia que filma Agustí Villaronga con gran maestria visual y dirección de actores (la actuación coral es impresionante) es la de Andreu, el hijo de un joven idealista y perteneciente al bando perdedor en la Guerra Civil que vive en un pueblo de Cataluña.

El asesinato de un compañero de su padre y el hijo de éste desencadenará una persecución política y judicial en la que Andreu descubrirá cosas ante las que su naciente conciencia moral se rebelará.... o no.

La película de Villaronga es una bien realizada historia iniciática candidata a premios

La película de Villaronga, que ya estuvo en San Sebastián con Aro Tolbukhin en la Sección Oficial de 2002 y Tras el cristal en Zabaltegi-Nuevos Directores de 1986, es una bien realizada historia iniciática preadolescente con toques de realismo mágico. Muy por encima de la media de lo que ha sido hasta el momento la Sección Oficial, y por lo tanto una candidata a premios, incluyendo a muchos de sus actores, que realizan un trabajo actoral excelente.

El yin y el yan en la sala de partos

La de Kawase traerá cola. Pienso.

A uno le ha parecido extraña. Resulta difícil recomendarla, pero tiene magia, emoción,  una profundidad filosófica y humana que toca la fibra. Mezcla lo zen con lo ginecológico. Una visión de la maternidad como acto aparentemente médico pero a la vez trascendente. El dar a luz como algo casi sagrado. Hay mucha poesía en Genpin.

Por eso, no sería extraño ni injusto que tenga premio. (Esto es un festival de cine, no los Oscar, no hay que olvidarlo.)

El sentido del tiempo en el documental de Kawase tiene mucho de oriental, moroso, circular, jugando a los contrarios (dolor/alegría, muerte/vida). El yin y el yan. No hay linealidad y sí una apariencia de falta de ligazón que según los cánones orientales y según lo que dicta la emoción tiene un sentido.

A mi derecha y mi izquierda, durante la proyección, sendas mujeres lloraban en algunos momentos especialmente emocionales. Una compañera periodista me dice después que tanto a ella (sin hijos) como a otra compañera (madre) les ha parecido "terrible" (de mala).

¡Esto de los festivales es maravilloso! Lo de "para gustos los colores" es un tópico, pero expresa una sabia advertencia en estos tiempos de respeto a la pluralidad de opiniones.