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'Rebeldías posibles', teatro de trincheras

  • La Cuarta Pared, sala y compañía, celebra sus 25 años de existencia
  • Rebeldías posibles es un relato realista con 24 personajes

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Veinticinco años de trayectoria dan para mucho: para crear un espacio de referencia en el teatro contemporáneo, para hacer amigos y contagiarse de sus estímulos, para dar consistencia a un ideario escénico que es de agradecer por el espectador al que le gusta que la realidad se cuele en escena.

Los festejos de aniversario de la Cuarta Pared, sala y compañía, se enmarcan dentro de un viaje escénico de un año de duración y con paradas en algunos de sus trabajos más queridos: dentro de muy poco podremos revivir con ellos sensaciones bajo el grito de Siempre fiesta (estrenada en 2009), aunque por ahora el turno es de la pieza precedente en el tiempo a ese montaje, Rebeldías posibles.

Después de criticar las obsesiones de todo tipo en Café (2005), Luis García-Araus y Javier G. Yagüe afrontaron una nueva producción a modo de cuento sobre la idea de no-resignación, la pérdida de los ideales y la fuerza del trabajo en equipo.

En 2007 se puso en escena este relato anclado en la realidad con 24 personajes interpretados por María Antón, Frantxa Arraiza, Javier Pérez-Acebrón, Asu Rivero y José Sánchez, un coro en torno al personaje que da origen al efecto cascada, García, al que da vida José Melchor.

Fábula subversiva

Por si no conoce aún la labor de esta formación teatral, sepan que su obra tiene mucho de subversivo -subirse a las tablas ya tiene mucho de desobediencia, de rebeldía- y es muy adictiva.

Al emplear un lenguaje directo, sin artificios innecesarios, y arriesgar en montajes inusuales -éste coloca a los actores en el centro de nuestras miradas-, consiguen impregnarnos con un poco de conciencia social y es difícil no mantenerse afín a esta idea de teatro a la salida de la sala.

El teatro debe hacerse con los pies en la tierra, incluso cuando se recreen fantasías, y Rebeldías posibles es una interesante visión, a modo de fábula, acerca de las pequeñas luchas que tienen su fruto, una metáfora inteligente sobre los montajes a menor escala que tienen su público, también inteligente.