Ascienden a siete los muertos en Hungría mientras el Gobierno "controla" el lodo tóxico
- Greenpeace denuncia de altos niveles de arsénico en el lodo
- El gobierno asegura que el vertido no ha llegado al Danubio
Los muertos por el vertido tóxico en el oeste de Hungría han aumentado a siete, después de que los equipos de rescate encontraron en el lodo el cuerpo de dos de los tres desaparecidos.
El cuerpo de la séptima víctima mortal fue hallado en las cercanías de la localidad de Devecser, cerca del sexto, según ha confirmado Györgyi Tüttös, portavoz de la Dirección de Catástrofes.
El hallazgo del cadáver de la sexta víctima había sido confirmado poco antes por Tibor Dobson, el responsable gubernamental para coordinar las tareas de descontaminación. Horas antes, un hombre de 81 años falleció en el hospital de Veszprem por la complicación que le produjo el contacto con el lodo tóxico, según informó Protección Civil húngara.
Además de un desaparecido, el último recuento oficial sitúa el número de heridos en 150, en su mayoría personas que sufrieron quemaduras por la agresividad de la sustancia derramada.
Tras la rotura el lunes pasado de un dique de una balsa de acumulación de "barro rojo", un residuo de la producción de aluminio de la empresa MAL, siete poblados del este de Hungría en el que viven unas 7.000 personas fueron anegados por esa sustancia tóxica que causó graves daños medioambientales.
El Gobierno asegura que "está controlado"
El Gobierno húngaro ha anunciado que la cantidad derramada es inferior de lo estimado hasta ahora, y la sitúa en entre 600.000 y 700.000 metros cúbicos, una cantidad similar al vertido petrolero en el Golfo de México este verano, y no en un millón como se pensaba.
Mientras tanto, prosiguen en la zona del desastre las labores de limpieza y también de refuerzo de otras represas cercanas. A lo largo del día se espera que un helicóptero especial arroje desde el aire yeso sobre el río Marcal, un afluente del Danubio, para neutralizar el "barro rojo" que ha llegado hasta sus aguas.
El valor PH en el río Raba, que desemboca en el Danubio, es actualmente de 9, ligeramente superior al mínimo tolerable de 8, mientras que en el Danubio, a la altura de Komaron, esa medida de acidez se sitúa en 8, según datos de Protección civil.
El primer ministro, Victor Orbán, ha destacado durante su visita a Sofía que las autoridades de su país han logrado controlar la situación tras el vertido tóxico y ha asegurado que ya no existe peligro de que el "barro rojo" llegue al caudal del Danubio.
Greenpeace da la voz de alarma
Sin embargo, la organización ecologista Greenpeace ha lanzado la voz de alarma en Viena acerca de los elevados índices de arsénico y mercurio encontrados en las pruebas de laboratorio del "barro rojo" en la localidad de Kolontár, en el este de Hungría.
Los análisis realizados por la Oficina Federal de Medio Ambiente de Viena y del instituto Bálint Analitika KFT de Budapest detectaron un nivel de contaminación mucho mayor de lo esperado, señala la organización. Por eso, Greenpeace denunció un "déficit político de información" por parte del Gobierno magiar.
"Hemos encontrado cantidades inesperadamente altas de sustancias nocivas", ha manifestado Melanie Beran, portavoz de la organización ecologista, en una rueda de prensa en el Parlamento austríaco.
La empresa no se responsabiliza
La empresa de aluminio húngara MAL, propietaria de la represa de una sustancia tóxica que sufrió el pasado lunes una rotura, causando una catástrofe medioambiental en el oeste de Hungría, asegura que no pudo prever el accidente, ni hacer nada para evitarlo.
En un comunicado colgado este viernes en la página web de la empresa, la compañía de aluminio asegura que "hasta el momento no se han podido precisar cuáles fueron las causas de la catástrofe".
La compañía señala que el "barro rojo", un residuo de la producción de aluminio, "no es calificado como residuo peligroso según los estándares de la Unión Europea (UE)".
La dirección de la empresa ha reiterado que lo que sucedido no fue un error suyo y ofrece 30 millones de florines (unos 110.000 euros) como ayuda urgente a los habitantes de las localidades afectadas, por el vertido del barro tóxico.