El poder terapéutico de los delfines
- El Oceanogràfic pone en marcha una experiencia piloto para niños autistas
- Interactuar con los delfines constituye un soporte al resto de terapias
- El objetivo es aumentar la calidad de vida de los menores y de sus familias
Los beneficios de la interacción con delfines se empezaron a constatar en los años 50. Posteriormente, en la década de los 80, se extendieron este tipo de prácticas, como terapias alternativas, para pacientes con discapacidades intelectuales.
Ahora, el Oceanogràfic de Valencia ha puesto en marcha una experiencia piloto para analizar los efectos de la delfinoterapia en dos niños autistas, con el objetivo de aumentar la calidad de vida de los menores y sus familias.
El proyecto, impulsado por la Consellería de Bienestar Social valenciana, la Universidad Católica de Valencia y la Ciudad de las Artes y las Ciencias, pretende "demostrar científicamente con datos que la terapia repercute positivamente en los menores", explica a RTVE.es Fernando Mulas, director del Instituo Valenciano de Neurología Pediátrica (INVANEP).
Lagunas de conocimiento
A día de hoy, las evidencias científicas que demuestren que las terapias con delfines consiguen un resultado positivo son muy escasas. "Queremos demostrarlo objetivamente, notar que funciona", añade Mulas.
“Queremos demostrarlo objetivamente, notar que funciona“
Las terapias con animales se han realizado desde hace tiempo. Con burros, caballos o leones marinos, entre otros. Pero en esta ocasión se ha decidido que sea con estos simpáticos mamíferos.
"Los delfines son unos animales con unas características muy particulares, son muy sociales, parece que sonríen siempre, y emiten unos sonidos que provocan el acercamiento de estos niños que habitualmente se comunican mal", señala Mulas.
Sesiones diarias e individualizadas
Se realizarán cinco sesiones diarias invidualizadas durante tres semanas. Para ello, cada uno de los dos niños que participan en este proyecto experimental, además del delfín, estará acompañado por el entrenador, un terapeuta ocupacional, un fisioterapeuta y dos observadores externos (neuropsicólogo y logopeda).
Cuando terminen las sesiones -de 50 minutos, 10 dentro del agua- se "medirán los diferentes parámetros para conocer la evolución antes y después de la terapia, incluso tres meses después para ver el efecto residual", apunta el director del INVANEP.
“No queremos levantar falsas expectativas“
Los investigadores están convencidos del efecto positivo del proyecto, aunque "no queremos levantar falsas expectativas, pero si se puede extrapolar lo intentaremos llevar a cabo con otros niños con parálisis cerebral y con trastorno de la atención", indica Mulas.
Es un primer paso para poner en marcha una terapia alternativa para personas con trastornos de neurodesarrollo. Por ahora, un proyecto que pretende mejorar la calidad de vida de estos menores y de su entorno, para que aprendan a concentrarse, a moverse y a demostrar su alegría.