Más que ayer y menos que mañana. Sitges, 'I love you'
Entre los buenos momentos me llevo de Sitges, el agua que me tomé con Apitchapong Verasethakul después del estreno de su película. Qué lujo tener ahí presente al ganador de la Palma de Oro de Cannes y qué tranquilidad transmite el hombre.
Me encantó ser testigo de cómo Judith Colell, ganadora del Premio del Jurado en el Festival de San Sebastián con Elisa K,cogía el coche y volvía a Sitges después de haber estado dando clases por la tarde en Barcelona, porque por la mañana quedó conmovida por Tio Bonmee y se lo quería decir personalmente al director.
Qué suerte presenciar la envidiable energía, con que la realizadora argumentaba su entusiasmo y le agradecía la película al director tailandés. Impagable. ¡La magia del cine elevada al cubo! Hay que ver cómo han mimado la película desde Eddie Saeta; y especial mención a Arantxa de la distribuidora Karma que, embarazada de siete meses, ahí estaba, al pie del cañón y pendiente de todo tras una dura y larga jornada.
El palmarés, donde casi todos hablan inglés, admite discusión. Por lo menos incluye tres de las películas que a mi me gustaría compatir, Monstruos, Somos la noche y El último exorcismo. Qué lástima que no hayan apostado por Ivana Baquero o Manuela Vellés como mejor actriz.
El festival nos ha deparado el reencuentro con Jordi Grau, galardonado por la Academia Catalana de Cine, a quien le debo haber conocido a Fellini, y con otro veterano al que hay que guardar respeto, Jaime Camino --qué grande y simpático es--, y una deliciosa conversación con Pedro Olea, siempre tan culto y agradable.
Me marcho de Sitges más contenta que unas pascuas porque le he hecho una entrevista a Rebeca de Mornay de las que te reconcilian con la profesión. Una señora trabajadora y entregada. No iba mirando el reloj y prescindió del tiempo de comida por una buena conversación. El traductor alucinaba de lo bien que conectamos. No está uno acostumbrado a gente de este nivel que se interese por el interlocutor.
Tengo un mensaje de ella para Antonio Banderas, uno de los compañeros a los que recuerda con más cariño (espero que no se me olvide cuando llegue en unos días a Valladolid).
Esta talentosa actriz, que no se conformó con ser sólo una rubia sexy, no intimida con su presencia, aunque aterrorizó a una generación de padres que se lo miraron mucho con las canguros.
Me habla de sus niñas y de lo que le preocupa su educación. La que fue pareja de Leonard Cohen me cuenta con toda naturalidad que salió un par de años con Tom Cruise cuando empezaban muy jovencitos, pero que ya no se relacionana.
Con el que se ve y cena de vez en cuando es con Coppola y me habla de lo guapo y adorable que es Kevin Costner, con el que también trabajó.
En El día de la madre que, sintiéndolo mucho, no me ha gustado nada, me parece una americanada de lote. La actriz americana, que vive entre Londres y los Alpes austriacos, ata bien su fama de mala oficial de Hollywood, orgullosa de ser una mujer que se ha colado en la galería de psicópatas masculinos.
Apúntenele un diez. Rebeca de Mornay revalida la teoría de que por Sitges siempre pasa gente interesante.
Más que ayer y menos que mañana,más de cien mil espectadores le han dado crédito al Festival. I love you, Sitges.