Los sapos 'superinvasores' australianos
- Llegaron al continente australiano en 1935 y se han convertido en un problema
- Los ejemplares que habitan al borde de la frontera natural son más invasores
- Han desarrollado articulaciones mejores y más fuertes para expandirse
Sapo de caña (Bufo marinus)
Distribución nativa en azul. En rojo, la introducida (Wikipedia)
Se lanzaron por primera vez en Australia en 1935 para combatir a los escarabajos que terminaban con los cultivos de la caña de azúcar, por eso recibe el nombre de 'sapo de caña'. Se introdujeron 102 ejemplares. Pocos meses después hubo otra suelta. La facilidad de reproducción de la especie los ha convertido en un grave problema, porque según los últimos datos del gobierno australiano su población supera los 200 millones.
Los 'sapos de caña' australianos poseen un gen evolutivo que permite acelerar la invasión de la especie. Son sapos 'superinvasores', que han logrado aumentar su población dramáticamente en las últimas décadas, según ha demostrado un equipo de investigadores.
Hace menos de 100 años -en 1935- estos sapos no existían en el continente australiano, ahora se han convertido en un verdadero problema para la fauna autóctona, porque se han adaptado rápidamente en territorios que nunca habían habitado, sobre todo los que viven en la 'frontera natural' de su hábitat.
Gracias a este 'espíritu aventurero' han obtenido el dudoso honor de formar parte de las 100 especies invasoras más peligrosas del mundo publicada por la Unión para la Conservación de la Naturaleza.
Los investigadores lo conocen como el fenómeno 'Efecto de la Villa Olímpica', según recoge la publicación Journal of Evolutionary Biology. Los sapos de esta especie, los que viven en la frontera natural, han desarrollado sus patas para saltar mejor e invadir nuevas áreas.
Cada generación mejora a la anterior
A diferencia de sus antecesores, las patas delanteras son más grandes y las delanteras mucho más poderosas.
Para comprobar el fenómeno, el doctor Ben Phillips de la Universidad australiana de James Cook (Queensland), recogió varios 'sapos de caña' (Bufo marinus) de cuatro poblaciones diferentes. Unas de ellas vivián cerca de la frontera donde habita la especie y las otras tres en zonas interiores.
Los 'equipó' con radio transmisores y los liberó para poder seguir sus progresos. Tal y como esperaban, los sapos recogidos en poblaciones al borde de su hábitat, se movían mucho más rápido.
“Son malas noticias porque seguro que todas las invasiones animales siguen este modelo “
Para confirmar que el 'efecto' tenía una base genética y se heredaba, el doctor Phillips permitió que los sapos se reprodujeran para llevar a cabo el mismo experimento con la nueva generación de batracios. Y resultó. Los juveniles heredaron la velocidad y fuerza de sus padres, pero sólo los que estaban en 'zona fronteriza'.
"Son malas noticias, porque cada vez son más rápidos y se mueven mejor para invadir nuevas áreas", explica Philips, según recoge la BBC. Pero puede ser peor, como reconocen los investigadores, porque todas las invasiones animales seguramente siguen este modelo.