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El consejo de ministros italiano debate la apertura del vertedero de Terzigno

  • Los habitantes de la localidad protestan para evitar que se abra
  • Han protagonizado enfrentamientos con la policía

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En el consejo de ministros extraordinario de hoy, el gobierno tendrá que decidir si abre o no el nuevo vertedero de Terzigno, en las faldas del Vesubio.

Tendrá capacidad para 20 millones de toneladas de basura y los vecinos llevan semanas en pie de guerra. Las cifras bailan, pero se habla de una treintena de heridos en los enfrentamientos de la noche pasada. En las últimas semanas han sido también varios los camiones de la basura quemados por los lugareños que impiden de esta manera la descarga de los vehículos.

"Intifada de las basuras"

La intifada de las basuras. Las madres volcánicas. Dos términos familiares en las últimas semanas. Cuando cae la noche, empieza la guerra. Los habitantes de la pequeña localidad de Terzigno, a 20 kilómetros de Nápoles, quieren así impedir la apertura de un segundo vertedero de basuras en la localidad que se encuentra en las faldas del Vesubio

Petardos, piedras, gases lacrimógenos, botes de humos se mezclan en alocado cóctel cada noche. Pero, entre ellos, están también las madres que defienden su territorio con el rosario en la mano y niegan que el vertedero se encuentre lejos de las casas. Se puede llegar andando a cinco minutos.

La policía denuncia que los vecinos están siendo ayudados por grupos violentos que sólo persiguen el caos o los intereses de la camorra. Las madres se preguntan si les llaman a ellas camorristas.

La basura desgasta mucho. Berlusconi lo sabe. Por eso en el consejo de ministros se aborda esta mañana la cuestión. Cuatro millones de habitantes que disponen de una única incineradora, no tienen recogida selectiva y tampoco donde dejar los desperdicios. Hay 18 vertederos repletos.

Los vecinos de Terzigno no quieren uno más. El ejecutivo tratará de convencerles con inversiones que pueda resultar paliativas de su ira. Tal vez polideportivos o piscinas a cambio de convivir con el mayor vertedero de Europa que los vecinos, no están dispuestos a aceptar a la puerta de sus casas.