'El botones de Kabul', la crónica de las heridas sangrantes de Afganistán
- La guerra de Afganistán sirve de telón de fondo de la novela
- El autor, David Jiménez, nos adentra en la historia de un héroe anónimo
Un grupo de mujeres espera en línea su turno para ser arrojadas a una piscina desde un trampolín a diez metros de altura.
La piscina ha sido previamente vaciada. Los hombres que las empujan a una muerte casi segura afirman que si la mujer sobrevive al salto mortal significa que es inocente.
La escena relatada forma parte de la novela El botones de Kabul de David Jiménez, corresponsal para El Mundo en Asia desde hace 12 años. Sin embargo, no se trata de una situación ficticia.
“"Afganistán se ha convertido en un cementerio de sueños"“
Los despóticos asesinos que ejecutan a las mujeres con tal derroche de crueldad son talibanes y el escenario donde ocurren estas atrocidades es Afganistán, "un país que se ha convertido en un cementerio de sueños", como lo define el autor.
La puerta a la esperanza
A través de El botones de Kabul, David Jiménez desnuda las sangrantes heridas de este país sumergido en diversos conflictos y guerras durante más de tres décadas. Un país tan devastado por la pobreza y la violencia que el autor confiesa que ha tenido que "rebajar la realidad" para dar credibilidad al libro.
Jiménez nos cuenta que Mohamed Ayan, el botones que da título al libro, era todo un personaje incluso en su apariencia física, "con su amplia barba blanca y su uniforme blanco e impoluto".
El autor conoció al botones del hotel Intercontinental en 2001, cuando acudió al país asiático a cubrir la ofensiva iniciada por Estados Unidos con la operación ‘Libertad duradera’ tras el ataque a las torres gemelas y al pentágono.
Entonces conoció la historia de este héroe anónimo que se había presentado a su puesto de trabajo en el hotel durante más de 30 años y sin desfallecer a través de episodios tan sangrientos como el golpe de estado que acabó con la monarquía Afgana, la invasión soviética, la guerra civil, y el régimen de los talibanes.
"El conserje había permanecido 30 años abriendo la desvencijada puerta del hotel como una forma de mantener abierta la puerta a la esperanza. Me llama la atención la forma en la que, incluso en mitad de la oscuridad más absoluta, siempre hay gente dispuesta a aportar un poco de luz" relata el reportero.
El drama humano
Para este periodista de raza, el primero en llegar a las zonas debastadas por el Tsunami y el único periodista español en cubrir la revolución Azafrán de Birmania, escribir el libro fue "ejercicio de redención periodística" .
"El libro es un intento de contar lo que la guerra hace a las personas, más allá de esos términos cínicos que se utilizan, tipo daños colaterales", asegura el periodista y escirtor.
La premura de ejercicio periodístico, la propaganda de los partes de guerra y el espectáculo en que algunos periodistas convirtieron el conflicto robaron al autor la oportunidad de profundizar en el drama humano de un país en el que "los ciudadanos de 30 años nos han conocido un solo día de paz y en donde los niños cuando ven un avión, en vez de mirar con curiosidad, se esconden porque sólo han visto a los aviones arrojar bombas", ilustra Jiménez.
Ahora gracias a El botones de Kabul David Jiménez reivindica a todos héroes anónimos que, como el botones, mantienen viva la esperanza y luchan por sobrevivir bajo el estruendo de los morteros y el terror de las bombas.