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Así es la cultura de los apellidos en el mundo

  • En muchos lugares ninguna ley regula la norma
  • La tendencia general, el predominio del apellido del padre

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¿Los dos apellidos o solo uno? ¿el de mamá o el de papá? ¿y el orden? ¿y si no se pone ninguno? ¿conjugarlos?... Son muchas las opciones y si en España se ha abierto el debate de la mano del Proyecto de Ley de Registro Civil, en el resto del mundo tampoco existe un consenso sobre cómo se determina cuál debe ser el orden a la hora de formar el nombre de una persona o si se deben llevar o no.

De hecho, las diferencias llegan hasta el punto de que son varios los países que no tienen ningún tipo de legislación relacionada sobre si debe imponerse un orden o no a la hora del registro de un recién nacido.

Europa busca la igualdad

En un país cercano, Portugal, el Código Civil establece que los hijos podrán usar los apellidos de sus dos padres o sólo de uno de ellos, decisión que pertenece únicamente a los padres. Pero en el caso de que no lleguen a un acuerdo, será un juez el que determine cuáles serán los elegidos.

En Francia la tradición marcaba que los hijos adoptaran sólo el apellido del padre. De hecho, la norma seguía en la línea del hecho que la mujer, al casarse, adoptara el de su marido y perdiera el suyo.

Sin embargo, Francia sacó adelante en el año 2004 una ley según la cual las madres pasaban a poseer el derecho a poner su apellido a sus descendientes. A partir de entonces, los padres son los encargados de decidir los apellidos que llevarán y su orden.

Uno de los países en los que la tradición era la que marcaba este asunto era Italia. Desde siempre el nombre del marido era el que dominaba en toda la familia: tanto la mujer como en sus hijos. Pero fueron muchas las voces que saltaron porque la mujer quedaba en una situación de desigualdad y se empezaron a promover reformas del derecho de familia y fue la ministra de la Familia, Rosy Bindi, la que propuso el uso de los dos apellidos y que los padres eligieran el orden.

En Alemania la ley de 1993 determinan que los padres elijan sólo un apellido para sus hijos ya que no se permiten los apellidos dobles.

Uno de los casos curiosos es del de Suecia. La pareja decide el orden de los apellidos pero si no hay acuerdo se registra al niño con el de su madre.

¿Una seña de identidad?

Pero en otros países no se buscan complicaciones y la norma es clara: el padre es el que manda.

Es el caso de Japón, donde se da por hecho que la mujer que se casa pierde sus apellidos y, por tanto, sus hijos pasarán a tener el de su padre. El apellido se antepone al nombre, algo que también se hace en China aunque allí las mujeres no pierden el suyo y son los padres los que deciden qué apellido llevará el hijo, que sólo será uno. Eso sí, como marca la tradición, el del padre es el que suele mandar.

En Reino Unido tampoco existe una ley y es de nuevo la tradición la que determinaba que el hijo normalmente lleve el apellido del padre.

En Estados Unidos la mujer pierde su apellido al casarse y, por tanto, los hijos heredan el de su padre. Aunque, eso sí, cada vez es mayor la tendencia por la cual la mujer recupera su apellido de soltera y lo antepone al del marido. Un buen ejemplo de ello es, aunque no se conozca mucho, el de la secretaria de Estado de ese país, Hillary Rodham Clinton.

Más opciones para resolver posibles problemas…

Pero en otros países las conjugaciones resuelven el problema.

En Rusia, Bulgaria, Islandia o la República Checa lo que hacen es formar el apellido a partir del nombre del padre, al que le añaden un sufijo según sea niña o niño.

Por ejemplo, en el caso de la República Checa se añade –ova si es niño, y –cká si es niña, al nombre del padre y así queda formado el apellido.

Pero la cultura de los apellidos no es tan importante en todo el mundo. Prueba de ello es que en el Tíbet o Java no los llevan.

Y también es curioso el caso de África, donde a los hijos se le pone el apellido que no es otro que el nombre del día que nacen.