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El FMI aprueba elevar la cuota de poder de España en el organismo al 2%

  • Con esta reforma España sube dos puestos, hasta el décimotercero
  • La cuota mide el peso de un país en el fondo y su aportación económica

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El Consejo Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional ha aprobado un nueva fórmula para el reparto de poder en el organismo, que otorga a España el 2% del voto total, la cifra que reclamaba el Gobierno español.

España contaba hasta ahora con una cuota (poder de voto) del 1,4%, con lo que ocupa la posición décimoquinta en el organismo. Con esta nueva reforma, su posición sube dos puestos, hasta el décimotercero.

El Gobierno español creía que su cuota se elevaría al 1,7%, según dijo la ministra de Economía, Elena Salgado, durante su visita al FMI el pasado 9 de octubre.

Aun así, "estaríamos por debajo de lo que nos correspondería", dijo la ministra. El 2% conseguido es una vieja reivindicación española en el Fondo.

Reparto de poder en el organismo

El reparto de poder en el organismo se calcula a través de las cuotas, una ecuación que mide diferentes variables, como la apertura económica y el producto interior bruto de un país.

La cuota de un país sirve para medir su peso en el fondo, su capacidad de voto, así como la aportación económica a la institución.

Con la reforma de la ecuación aprobada, el Consejo Ejecutivo concede un mayor peso a las naciones emergentes, en cumplimiento del compromiso alcanzado en la reunión de Ministros de Economía del G20 celebrada hace dos semanas en Corea del Sur.

En aquel encuentro se acordó que las naciones desarrolladas cederían un 6% de su poder de voto a las naciones emergentes. El gran ganador es China que, con su peso creciente en la economía mundial, se convierte en el tercer país más influyente del FMI. Brasil, la mayor economía latinoamericana, también sube, del puesto 17 al 10, en tanto que México pasa del 19 al 14.

España es prácticamente el único país desarrollado que gana peso en la institución. El Gobierno argumentaba que el peso que se concedía a España no reflejaba el extraordinario progreso económico registrado desde que ingresó en la institución, en el año 1956.