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Seúl se prepara para la batalla política y para las manifestaciones contra el G20

  • La guerra de divisas marca la cumbre del G20 en la capital surcoreana
  • La ciudad está tomada por 60.000 policías para combatir las protestas

Ver también Especial Cumbre del G-20 en Seúl

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Todo listo en Seúl para la reunión del G-20

Seúl destila un ambiente políticamente envenenado: se prepara para una auténtica guerra de gigantes. Los gigantes son dos: EE.UU. y China; el centro de la batalla está en las divisas.

El gobierno de Pekín se encuentra en el ojo del huracán porque dicen que está manipulando su moneda, el yuan o renminbí (que significa moneda del pueblo) para dejarla barata y que sea muy competitiva en las exportaciones. Pekín, a su vez, acusa a Washington de haber puesto en marcha la máquina de hacer dinero (la Reserva Federal ha inyectado 600.000 dólares para financiar deuda) y lograr indirectamente una bajada en la cotización del dólar, para ser, también, más competitivo. Es decir, las dos partes se acusan de utilizar estrategias, aunque distintas, para lograr lo mismo.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama no está en su mejor momento. Su política monetaria le ha brindado varios enemigos: Alemania, Corea, Japón y Brasil, entre otros. Y para colmo llega tocado tras el último descalabro electoral demócrata. Aún así, horas antes de la reunión, ha enviado a los líderes del G20 una carta en la que se insta a "poner todos de su parte" para llegar a acuerdos.

Los líderes del selecto club del G20, que engloba a países ricos y emergentes, deberían limar sus diferencias en la guerra de las divisas y tomar medidas frente a la crisis.  Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pide políticas que frenen la cifra de 210 millones de desempleados. También las organizaciones sociales reclaman al G20 medidas para combatir la pobreza y se manifiestan contra el libre comercio porque dicen que castiga a los más desfavorecidos.

Una ciudad blindada

Además del reto que los líderes tienen para ponerse de acuerdo, el Gobierno de Corea del Sur afronta el reto de la seguridad. Seúl es una ciudad blindada con su nivel más alto de alerta antiterrorista desde el atentado contra las Torres Gemelas.

Hay 60.000 policías desplegados por toda la ciudad y de ellos 20.000 son antidisturbios. El Gobierno, además, ha promulgado una nueva ley que otorga poderes a los soldados para reprimir las protestas.  En estos dos días se anuncia una oleada de manifestaciones que, seguramente, nos dejarán imágenes violentas de guerrilla urbana. Los activistas suelen ir armados con cañas de bambú mientras los antidisturbios despliegan todo su potencial para reprimir las protestas como gases lacrimógenos o cañones de agua.

Veremos en qué acaban las dos principales guerras: la de los gigantes económicos que no se ponen de acuerdo y la de los antiglobalización frente a la policía, un enfrentamiento que más de una vez ha concluido con resultados dramáticos.

Si es verdad que el G20 nació para frenar la crisis esta quinta cumbre tendrá que demostrar que sirve para lo que fue creado, ratificando así su compromiso inicial. A ver si esta vez no nos defraudan. Ni los unos ni los otros.