Reino Unido quiere medir el PIB de la felicidad
- Cameron pide a la oficina de estadísticas que mida el bienestar subjetivo
- Los encuestadores harán las preguntas en plena aplicación de los ajustes
- Los economistas dudan de la eficacia de este indicador
La Oficina Nacional de Estadísticas de Reino Unido, conocida por dar las crifras crudas sobre inflación, desempleo y criminalidad, se ocupará dentro de poco de cuantificar algo muy diferente: la felicidad.
La idea proviene del propio primer ministro, David Cameron, que nunca ha ocultado su deseo de cuantificar el bienestar de sus ciudadanos más allá de sus riquezas y por ello ha pedido ayuda a la oficina de estadísticas.
Así, en los próximos meses -coincidiendo con el momento en que el programa de austeridad salvaje del ejecutivo empiece a notarse- los encuestadores del país tendrán que concebir una serie de preguntas que sirvan para medir la sensación subjetiva de los británicos respecto a su calidad de vida.
Estas respuestas serán la base de un nuevo indicador que se publicará en intervalos regulares, junto a otras cifras más conocidas como el Producto Interior Bruto (PIB).
Una realidad más amplia
"Hay un creciente reconocimiento internacional de que medir el bienestar nacional y el progreso es necesario para desarrollar una visión más completa de la realidad, más que fijarse únicamente en el PIB", ha declarado el director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Jil Matheson.
"Hay una necesidad de atender a mediciones económicas más amplias, los indicadores de calidad de vida y el impacto que el progreso tiene en el medio ambiente para medir el bienestar nacional", ha añadido.
Y es que una medida más amplia del progreso humano como este indicador, si se adopta formalmente, tendría un gran impaco en los análisis coste/beneficio de los proyectos respetuosos con el medio ambiente, por ejemplo.
Sin embargo, los economistas se muestran escépticos sobre la posibilidad de que este indicador pueda tomarse en serio alguna vez.
"Como concepto es importante pero la felicidad no es algo que pueda ser medido directamente, por lo que soy escéptico en cuanto valor podría añadir este deseo", ha estimado Ross Walker, un economista de RBS Financial Markets.
En plena crisis
Con un coste de la vida creciente y con recortes en el gasto público en perspectiva, el momento en que el nuevo indicador de felicidad de Reino Unido se va a lanzar podría poner nervioso a más de uno en el Gobierno.
Sin embargo, podría haber poco que temer, ya que la mayoría de las encuestas coinciden en que hay poca correlación entre la riqueza nacional y lo contenta que está la gente con su vida.
Francia ya ha andado este camino. El pasado mes de febrero el presidente galo, Nicolás Sarkozy, pidió al premio Nobel Joseph Stiglitz, junto con un grupo de expertos internacionales que encontrasen nuevas formas de medir el progreso económico teniendo en cuenta el bienestar social.
Por su parte, Stiglitz presentó un informe muy crítico con la forma en la que el PIB, una medida bruta de actividad económica, se está usando como indicador del bienestar social ya que, según ejemplifica, un aumento del consumo de petróleo podría disparar las cifras de crecimiento cuando solamente refleja más atascos y contaminación, cosas opuestas en principio al bienestar social.