Alemania y Austria cuestionan los planes de rescate para los países periféricos
- Austria podría no aportar su parte en el tercer tramo de ayuda a Grecia
- El ministro de Economía alemán advierte que no se puede "arrojar dinero desde helicópteros"
En plenas turbulencias de la Zona euro por las dudas sobre Irlanda, dos ministros de Alemania y Austria han calentado el debate abierto sobre la necesidad de ayudar a Dublín a superar sus problemas de déficit público y han cuestionado que deba ayudarse a los Estados miembros en este tipo de situaciones.
El ministro de Finanzas de Austria, Josef Pröll, ha advertido que su país podría no aportar la contribución que le corresponde en la tercera entrega de la ayuda a Grecia que se producirá el próximo diciembre y que, en el caso austriaco, asciende a 190 millones de euros.
Según el dirigente austriaco, Atenas no ha cumplido sus compromisos de reajuste presupuestario en lo que atañe a los impuestos, por lo que Viena no ve "ninguna razón para aprobar el tramo de diciembre" a la vista de los ingresos fiscales que hay en Grecia.
"No podemos arrojar el dinero desde helicópteros"
Por su parte, el ministro de Economía alemán, Rainer Brüderle, ha avisado que la Unión Europea no puede "arrojar el dinero desde helicópteros" para respaldar a los países con crisis presupuestarias y ha insistido en que estos Estados deben realizar reformas.
Durante una rueda de prensa en roma, Brüderle ha reiterado que los países con problemas deben "generar confianza en las instituciones, en el Estado".
A una pregunta de los periodistas sobre la situación de Irlanda, el ministro germano ha subrayado que "es el Gobierno irlandés el que debe pedir el apoyo del Fondo Monetario Internacional o de los fondos europeos".
Brüderle ha insistido en que los países con problemas fiscales graves, como Irlanda y Grecia, deben comprometerse en reformas que reduzcan sus déficits " de manera que no tengan que pedir ayuda".
Estas posiciones son en sí mismas dañinas para el mecanismo de ayuda diseñado por la UE para los próximos tres años, ya que pone en duda el compromiso de solidaridad y la señal de unidad con la que se desea calmar a los mercados.