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Rusia, invitada de excepción en la cita de Lisboa

  • La OTAN celebra una cubre en la capital portuguesa el 19 y 20 de noviembre
  • Los líderes decidirán la estrategia a corto y medio plazo en Afganistán
  • La relación con Rusia también será uno de los puntos importantes

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En Lisboa tienen prácticamente todo listo para acoger la Cumbre de la OTAN.
En Lisboa tienen prácticamente todo listo para acoger la Cumbre de la OTAN.

Rusia -como "tema de discusión"- ha estado más que presente en las últimas reuniones tanto del Consejo General de la OTAN como de su Asamblea Parlamentaria y, en no pocas ocasiones, en los más recientes discursos del secretario general de la Alianza.

Sin ir más lejos, Anders Fogh Rasmussen decía, hace días, en Varsovia, que "si la organización quiere seguir adelante, deberá ir más lejos que nunca, lo que significa favorecer tanto como sea posible la colaboración con Moscú".

En los últimos años, la relación entre Rusia y la OTAN no ha estado exenta de recelos,  de acusaciones mutuas ni de malentendidos, pero recientemente ha habido desde ambas partes un esfuerzo explícito por acercarse y, si no entederse, por intentar entenderse.

Quizás unos y otros se han dado finalmente cuenta de que, en un mundo globalizado y multipolar, uno no es nadie sin el otro, que se comparten riesgos y que hay que pasar página, aunque el antagonismo histórico, la confrontación dialéctica -nadie puede dudarlo- haya servido para posicionarse política e ideológicamente de puertas adentro, frente a la ciudadanía propia, como es el caso concreto de la Federación Rusa.

La suspensión unilateral del "Tratado de Reducción de Fuerzas Convenciones" por parte de Moscú, pero especialmente el conflicto en Osetia del Sur del verano del 2008 -iniciado por el ejército georgiano, no lo olvidemos-, volvieron a separar a Moscú del resto del mundo, aunque los acontecimientos posteriores -como el acercamiento a Washington tras la llegada de Obama a la Casa Blanca- acabaron yendo en contra de aquellos países que, para distanciarse del antiguo corazón del imperio soviético, habían optado por solicitar su ingreso en la Alianza Atlántica: Ucrania y Georgia.

Kiev y Tiflis esperan su oportunidad

El tiempo ha estado, al final, más claramente a favor de Rusia, opuesta a la adhesión a la OTAN de esos dos vecinos por el peligro que ese paso supondría, según el Kremlin, para su propia seguridad. A nadie le gusta tener el "enemigo" a las puertas. Y, ahora, Kiev y Tiflis siguen esperando a que les abran la puerta. En Ucrania, de todos modos, ya no está Víctor Yúshenko, sino un presidente prorruso, Víctor Yanukóvich.

Que Barack Obama frenase los planes de su predecesor, George Bush, de instalar elementos de su escudo antimisiles en Polonia y República Checa -por lo que ambos países se siguen lamentando, pero que sin duda facilitó ese nuevo punto de partida en el eje Washington-Moscú- ha dado lugar a otras alternativas, aparentemente, menos agresivas para el antiguo contrincante de la Guerra Fría.

Y Estados Unidos tiene las suyas, pero la OTAN en conjunto parece que camina hacia una cooperación con Rusia en materia de defensa antimisiles mediante el intercambio de información sensible, por ejemplo, para analizar las amenazas comunes. Y ahí parece que está una de las claves de la nueva estrategia de la defensa euroatlántica.

El Kremlin, en cualquier caso, quiere asegurarse de que ese sistema antimisiles esté dirigido contra los misiles de corto y medio alcance de países como Irán, sin capacidad para poder golpear sus dominios y ya ha planteado un acuerdo jurídicamente vinculante que limite la presencia de tropas y armamento dentro de las fronteras de los nuevos países miembros (hay que tener en cuenta que cuando los rusos hablan de “nuevos países miembros” se refieren a los que ingresaron en la Alianza tras la caída de la Unión Soviética en 1991: los antiguos miembros del Pacto de Varsovia -Polonia, Rumanía, Bulgaria, República Checa y Eslovaquia- y las tres repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania-).

Colaboración en Afganistán

Cómo no, el Partido Comunista ruso está de uñas,  convencido de que todo ello debilitará a su país. Su líder, Guennadi Ziugánov, cree que "Rusia abdica voluntariamente de su estatus de gran potencia mundial y pasa a subordinarse a las fuerzas más agresivas" y destaca que "con los países bálticos ya bajo control de la OTAN, aparecen bases norteamericanas en Polonia, Bulgaria y Rumanía. Ucrania y Moldavia están en el umbral del ingreso, como también Georgia. Azerbaiyán se acerca gradualmente y en Tayikistán y Kirguizistán existen bases militares del bloque aliado".

Pero el Kremlin podría ir todavía más allá en la colaboración que mantiene con la Alianza. En torno a Afganistán, podrían mejorarse las condiciones del tránsito a través del territorio ruso hacia y -también- desde aquel país, el Ejército afgano podría contar con helicópteros de asalto rusos e, incluso, Rusia podría llegar a entrenar a policías afganos.

A Rusia le están haciendo sentir importante quienes, hoy, están volcados en la formulación de esa nueva OTAN que ha de enfrentar los desafíos del futuro.