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La vergüenza de ser un profesor acosado, el otro drama de las aulas

  • Temen ser tachados de malos profesionales al admitir las agresiones
  • También callan por incomprensión y para evitar repercusiones
  • La mayoría de los que llaman al Defensor del Profesor no facilitan sus datos

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Muchos profesores acosados prefieren callar para no ser tachados como malos docentes.

"Han puesto en riesgo mi vida. Mientras iba conduciendo me lanzaron una piedra desde un puente. Aún no sé cómo he podido controlar el coche"... "Iba caminando por el pasillo y al pasar entre un grupo de alumnos, uno me dio una colleja y disimuló como si no hubiera sido" ... "Simplemente le corregí a un niño la postura en su silla y el padre se presentó acusándome de maltrato".

Éstos son sólo algunos de los testimonios que cada día reciben en el Defensor del Profesor, del sindicato ANPE. Se trata de un servicio de atención gratuita para aquellos docentes que sufren violencia en las aulas y que en el último curso ha recibido 4.000 llamadas, la mayoría de profesores de secundaria que son quienes más sufren acoso escolar.

De media, este teléfono recibe unas 10 llamadas al día, pero en ellas, además de dejar patente la agresión, los profesores también ponen de manifiesto otro hecho: el miedo a reconocer que están siendo acosados.

El estigma del mal docente

"Cuando llaman siempre prefieren preservar su anonimato, entonces yo les pido un nombre ficticio para dirigirme a ellos", explica Inmaculada Suárez, psicóloga responsable de atender las llamadas.

"Ellos quieren que se conozca el hecho que denuncian, pero no te dicen ni el centro ni los datos personales. Además otro aspecto curioso es que preguntan continuamente si se esta grabando la conversación", añade esta psicóloga.

El motivo es que la mayoría de estos docentes tiene miedo a que se les pueda tachar de malos profesionales.

"No quieren que se piense que no saben enfrentarse a una clase o que no saben motivar a un niño; sobre todo porque para ellos sería una frustración porque son docentes vocacionales", apunta Inmaculada Suárez a RTVE.es

En este sentido, Sonia Cabrerizo, asesora jurídica de ANPE, destaca el caso de una maestra que tras 34 años dedicada a la docencia tiene miedo a su futuro.

"Está inmersa en un proceso judicial por una denuncia de dos madres y tras una carrera impecable ahora no sabe cómo reaccionar. Se pregunta qué pasos podrá dar. Si podrá corregir una postura corporal a un niño o decirle como coger un bolígrafo. Y todo por el miedo a las repercusiones", explica.

Incomprendidos por el entorno

Por otro lado, está el miedo a la incomprensión. "Recibí una llamada que me decía: 'Te llamo solo para desahogarme porque mi familia no me entiende, no comprenden por lo que estoy pasando'", comenta la psicóloga que atiende en el Defensor del Profesor.

Y es que, aunque las agresiones físicas son las más llamativas, solamente suponen el 2% de las 4.000 llamadas registradas en el curso 2009/10, pero los ataques que sufren los profesores son mucho más que eso.

"Son acosos verbales continuados, insultos, amenazas de denuncias y un estar encima continuo que termina generando un estrés y una ansiedad para la que necesitan medicación. Y esa situación sólo la entiende el docente que está en el aula", señala Suárez.

"En muchos casos, se presentan ante nosotros llorando y contando que llevan meses sin dormir. En cierto modo alivian su incomprensión al contárnoslo", añade Sonia Cabrerizo.

Repercusión familiar

Finalmente, otro de los temores para guardar sielencio es que su familia pueda verse implicada.

Un profesor que salía del colegio con su hija de la mano fue agredido por un alumno y en su llamada al Defensor del Profesor comentaba "tengo la autoestima por los suelos. Me siento humillado y sobre todo impotente porque mi hija haya presenciado esta escena", narra la psicóloga.

Pero este caso no es aislado. Muchos docentes denuncian la violencia que sufren, pero prefieren mantener el anonimato para no implicar a sus familias en su problema.

Así, otras razones que esgrimen para no salir a la luz son "el hecho de vivir en pueblos pequeños, que no cambie la visión que sus hijos tienen de ellos o simplente para protegerlos de los alumnos problemáticos", comenta a RTVE.es Inmaculada Suárez.

A los tribunales para defenderse

Además, aunque son muchos los casos que llegan a los tribunales, la mayor parte de las veces son los padres lo que han interpuesto la demanda y los profesores acuden para defenderse.

En este sentido, Sonia Cabrerizo destaca que la Ley de Autoridad del Profesor, vigente en Madrid, facilita las cosas para los docentes. "Antes el profesor tenia que llevar testigos para demostrar su inocencia contra las acusaciones. Ahora, con la presunción de veracidad del docente que otorga esta ley, es el alumno el que tiene que demostrar que los hechos denunciados son reales", señala la asesora jurídica.

No obstante, Cabrerizo se muestra cauta, a la espera de las primeras sentencias. "Estamos en un momento crítico, para ver cómo se acoge esta ley. Pendientes de si estas denuncias se sentencian como faltas o como delitos", comenta a RTVE.es

Asimismo, advierte de que en muchos casos los padres están dispuestos a retirar la denuncia si hay un acuerdo económico.

"Resulta escalofriante ver como muchas veces los progenitores hablan de pactar una cantidad para retirar la denuncia, incluso en casos en los que tienen razón", explica.

En cualquier caso, desde ANPE señalan que la solución a este problema pasa por dar a conocer la violencia en las aulas, aunque no se ponga rostro a los profesores afectados, y por supuesto en la implicación de la sociedad, que debe rechazar y condenar este tipo de agresiones.