Cataluña, a punto de regresar al futuro... de 1995
- CiU podría 'resetear' el mapa político catalán si se cumplen los sondeos
- El PSC se arriesga a un descalabro histórico en sus feudos de Barcelona
- ERC teme una caída en el interior en favor de los Convergentes
- Ambos factores, que hicieron posibles el tripartito, ahora lo imposibilitan
Ver también: Especial elecciones catalanas
Hace once años una amplia coalición de centro-izquierda catalanista impulsada por Pasqual Maragall consiguió lo que hasta entonces se veía casi imposible: atraer a parte del electorado que tradicionalmente votaba a los socialistas en las generales en unos comicios autonómicos, aumentando en hasta 18 su número de diputados con casi 400.000 votos más.
Esos comicios fueron casi los únicos puramente bipartidistas que ha habido en Cataluña, donde hasta entonces el panorama político se resumía en un gran partido -CiU- y una débil oposición con apoyos diseminados.
Sin embargo, ese bipartidismo no hizo que Maragall pudiese llegar al Palau de la Generalitat, ya que Pujol pudo reeditar su pacto con el PP debido a que, pese a todo, mantenía la hegemonía dentro del voto nacionalista, mayoritario en los comicios autonómicos.
Solo cuatro años después, en las elecciones de 2003, apareció la otra ‘pata’ necesaria para el cambio político en Cataluña: una tercera fuerza, ERC, que casi doblaba su representación a costa de una CiU que perdía a su líder histórico y presentaba a un ‘heredero’ Artur Mas.
Así nació el tripartito, una fórmula que se había venido ensayando a nivel municipal pero que había sido prácticamente imposible por la desmovilización del electorado socialista en las elecciones autonómicas y el monopolio del electorado nacionalista por parte del ‘pujolismo’.
La fórmula de 1995
Once años después de las elecciones del 99 y siete de las de 2003, lo que está en juego en Cataluña no es ya el vencedor de los comicios -todas las encuestas coinciden en que, como en el resto de citas, CiU será la fuerza con más escaños- sino el cambio de paradigma o, mejor dicho, la vuelta al paradigma anterior, la Cataluña de 1995.
Entonces, un PSC desgastado por su gestión en el Gobierno central bajó a sus niveles mínimos de apoyo mientras ERC seguía sin despegar y Jordi Pujol perdía la mayoría absoluta gracias sobre todo al auge del PP de Aleix Vidal-Quadras, que luego sería debidamente descabezado para forjar los pactos del Majestic.
Para 'regresar' el futuro de 1995 CiU basaría su victoria en deshacer lo hecho en los dos comicios anteriores: lograr que las bases del PSC en el cinturón rojo de Barcelona vuelvan a casa y recuperar el voto nacionalista arrebatado por ERC en las provincias de Girona, Lleida y Tarragona y en el interior de Barcelona.
Los socialistas catalanes forjaron su recuperación electoral tras el desastre de 1995 en el aumento de escaños en la provincia de Barcelona, en parte logrando que votantes tradicionales socialistas en las generales se animasen a votar por el cambio.
Entre 1995 y 1999, el PSC consiguió catorce escaños más en este provincia. En 2003, pese a su victoria, perdió siete. Cuatro años después, dos. Según las encuestas, ahora podría perder otros cuatro para volver a la situación de salida de hace quince años.
El PSC se la juega en el área metropolitana
Visto en votos, las señales pueden ser pavorosas para los socialistas catalanes no solo de cara a estos comicios, tambien para los municipales y las generales.
Buena parte de la victoria electoral de 2008 se debe a la movilización del electorado en Cataluña a favor de la candidatura de José Luis Rodríguez Zapatero.
Para verlo, solo hay que apreciar la diferencia de voto entre las autonómicas de 2006 y las generales de 2008 en las tres comarcas más pobladas de la comunidad y con mayor porcentaje de voto socialista.
En el entorno de Barcelona, el PSC consiguió en 2008 nada menos que 275.000 votos más, coincidiendo con un aumento de en torno a 200.000 sufragios en la participación. En la vecina del Baix Llobregat logró 109.000 más con un aumento de participación de 113,000, mientras que en la de Vallés Occidental logró un crecimiento de 120.000 votos con un incremento de participación de en torno a los 100.000 votos.
Es decir, el aumento de voto se debió, más que a un voto útil anti PP de seguidores de ERC, ICV e incluso CiU a una movilización de un electorado fiel pero que solo vota en las citas generales.
Si se cumplen las expectativas y el PSC vuelve a los niveles de 1995, pasaría de tener 1,3 millones de votos en esta provincia a poco más de 600.000, es decir, en apenas dos años los socialistas perderían más del 50% de los votos.
La importancia de Barcelona
CiU basaría su victoria en los escaños que gana en la provincia de Barcelona, donde los sondeos le dan entre ocho y diez escaños más, por lo que la caída de los socialistas catalanes serían insuficientes para explicar este crecimiento tan espectacular.
Así las cosas, donde se juega obtener la mayoría es en otro descalabro: el de ERC.
Para calcularlo, solo hay que echar la vista atrás, a esas mismas elecciones en las que Maragall estuvo a punto de jubilar anticipadamente a Puyol.
Entonces, ERC tuvo siete escaños en Barcelona, con apenas un 7,7% de voto. Cuatro años después, en las elecciones de su despegue, llego a 13 con más de un 15%.
Ese repunte se fomentó no en las zonas más pobladas del área metropolitana de Barcelona, donde el voto castellano hablante y no nacionalista es mayoría.
Los lugares en los que el discurso de ERC empezó a calar eran las comarcas del interior de Barcelona, Osona -cuya capital Vic es conocida por sus consultas independentistas-, Bages (especialmente Manresa) y Anoia (Igualada es su municipio más importante).
En esas tres comarcas, CiU ha sido siempre la fuerza más votada, pero desde 2003 pasó de dominar con cómodas mayorías absolutas que compensaban la fortaleza de los socialistas en el cinturón rojo de Barcelona a tener victorias mucho menos holgadas.
Por ejemplo, en Anoia hace diez años ganó con un 45% de los votos mientras ERC obtuvo solo un 8%. En 2006, CiU se quedó con un 35% mientras ERC llegaba al 16%. Lo mismo ocurrió en Osona: en el 99 CiU rondaba el 56% mientras que los republicanos estaban en el 16%. Siete años después Convergencia domina con un 44% pero Esquerra es la segunda fuerza con cerca de un 24%.
Si los vaticinios de las encuestas se cumplen, Artur Mas lograría recuperar los votos nacionalistas del interior de Barcelona que perdió en las primeras elecciones en las que se presentó, dando un golpe de gracia a las bases del tripartito.
El posible descalabro de ERC en las provincias pequeñas
Esta misma situación, pero aumentada, se produce en el corazón del voto nacionalista en Cataluña, la provincia de Girona. Allí, en cada elección autonómica CiU ha sacado una ventaja nunca inferior a los quince puntos a la segunda fuerza política.
Sin embargo, en las elecciones de 2003, los Convergentes perdieron dos escaños que no han vuelto recuperar y que fueron a parar a Esquerra. Buena parte del voto nacionalista se volvió independentista a comienzos del siglo XXI, y CiU perdió en torno a un 10% de voto que fue a parar casi por completo a los republicanos.
Ahora, los sondeos predicen que Artur Mas podría recuperar esos dos asientos a costa de ERC. Además, la tragedia de Puigcercós puede ser aún mayor, ya que por el ala independentista le puede salir un amargo competidor, el partido Joan Laporta, que rozaría el 5% necesario para quitarle un tercer asiento, en lo que sería una verdadera debacle.
La situación es más o menos parecida en la otra gran provincia nacionalista, Lleida. Allí los socialistas, como en Girona, tienen el suelo de los tres escaños más o menos asegurado. En cambio, ERC es la víctima propiciatoria para CiU, que quiere volver a tener ocho asientos e incluso nueve o diez como le dan las encuestas. Si se produjese lo segundo el salto tendría que ser de casi diez puntos, hasta rondar el 50% de los sufragios.
En todo caso, los republicanos consiguieron la ‘machada’ de lograr el tercer asiento en una circunscripción en la que en 1999 tenían solo uno. Por eso todas las encuestas señalan que perderán un asiento, algo que también le podría ocurrir a Iniciativa, que consiguió superar la barrera del 5% en 2006 y arrebatarle el escaño a sus socios del PSC.
Ahora, si se producen esas pérdidas, todo apunta a que esos escaños irán a CiU e incluso al PP.
El espejo de Tarragona
Por último, Tarragona es quizá el lugar donde se resumen mejor todas las tendencias de estos comicios.
Por un lado, una victoria amplia de CiU, que podría arañar un escaño o dos. Por otro, un PSC que lucha por mantener su representación y que parece abocado a perder al menos un asiento.
Esquerra como la perdedora de la noche a la que podría superar incluso el PP e Iniciativa manteniendo el tipo con una posible campanada de Ciutadans, que no está lejos del porcentaje mínimo para sacar escaño.
Y, finalmente, las matemáticas: si en 2006 la suma del tripartito empataba en escaños con la de CiU y PP ahora las encuestas le otorgan once asientos a los segundos frente a los siete de los primeros..El mismo resultado que se produjo en el 'pasado-futuro' de 1995.