Los cinco profetas 2.0 de Wikileaks
- El País, Le Monde, The Guardian, New York Times y Der Spiegel, los elegidos
- La estrategia de comunicación de Wikileaks ha multiplicado su mensaje
Ver también: Especial Wikileaks: Las piezas del 'Cablegate'
Julian Assange en el papel de Mesías que intercede entre lo humano y lo divino vio la oportunidad de que cinco profetas transmitieran el mensaje de la Todopoderosa Wikileaks en diferentes partes del mundo. Y obró el milagro.
"La estrategia de comunicación de Wikileaks es fascinante, increíble y acertadísima", asegura Eva Leoz, responsable de Comunicación de Shackleton Buzz&Press, quien lleva toda una semana junto a su equipo analizando el impacto mundial de las filtraciones de 250.000 cables diplomáticos estadounidenses.
No ha sido la primera vez que la organización del australiano Julian Assange ha difundido documentos secretos del Gobierno estadounidense -ya lo hizo este verano publicando miles de informes sobre la guerra de Afganistán e Irak- pero sí es la primera que consigue una repercusión global y remueve los cimientos de la diplomacia internacional, dejando al descubierto una brecha de seguridad en el mismísimo Pentágono de EE.UU.
El 'modus operandi' de Wikileaks hasta ahora había consistido en recibir las filtraciones, digitalizarlas y subirlas a su web como material en bruto, sin enfoque, sin contexto y sin filtro. Pero de esta forma el impacto en los ciudadanos se veía muy mermado, por lo que cuando llegó a sus manos el "bombazo" de los cables diplomáticos entendió que tenía que cambiar su estrategia.
"Wikileaks supo ver que el tema de los telegramas iba a tener muchísimo interés a nivel mundial porque a la vez era una noticia internacional con repercusiones locales por los cotilleos que se decían de cada uno de los líderes", explica Leoz a RTVE.es. "Y entonces realizó una jugada muy inteligente eligiendo a cinco periódicos, influyentes, prestigiosos, y con capacidad de transmitir el mensaje en cinco idiomas diferentes."
Los cinco apóstoles
The Guardian, El País, Le Monde, New York Times y Der Spiegel fueron los apóstoles elegidos. ¿Y por qué sólo cinco?
"Son lo que llamamos 'influenciadores reputados'. Alguien con reputación y credibilidad, capaz de llegar a un colectivo al que nosotros no tenemos acceso. En este caso, Wikileaks ha analizado muy bien cómo funciona el negocio periodístico y el valor de las exclusivas. Por eso, ha elegido sólo a cinco. Les das un incentivo de que ellos son los elegidos y te garantizas que van a cuidar tu información y que van a poner mucho empeño en ese bombazo informativo", afirma Rodrigo Miranda, director general de Shackleton Buzz&Press.
"Además, eliges a cinco en diferentes países y así geolocalizas el mensaje. Internet es global pero necesitas aterrizar en cada país a través de un 'influenciador' local. Por ejemplo, al seleccionar a El País sabes que vas a cubrir todo América Latina", matiza Miranda.
Wikileaks utiliza lo que se conoce en el ámbito del marketing como "ganar/ ganar". Por un lado, se asegura la multiplicación de su mensaje y se quita el estigma de periodista que tanto detesta, ya que prefiere ser considerado como una "fuente independiente que vela por el interés general" y, por otro lado, los medios de comunicación que tienen acceso a los documentos recuperan ese papel de contrapoder y de denuncia que, en cierto modo, habían perdido.
De alguna manera, Wikileaks acude al periodismo tradicional porque Internet como canal de comunicación no tiene la credibilidad o entidad suficiente para transmitir un mensaje de tal calado. No es lo mismo decir "lo he visto en Internet" que "lo he leído en el Times".
"Es como una simbiosis. Se han dado credibilidad mutuamente. Se refrendan. La prensa valida a Wikileaks como fuente y Wikileaks devuelve a la prensa un estatus que estaba en entredicho", insiste Leoz.
Del 'Watergate' al 'Cablegate'
Del 'Watergate al 'Cablegate' han pasado 40 años y un sinfín de avances en nuevas tecnologías. Del papel y la grabadora al portátil y el usb. Cómo se habrían quedado por aquel entonces Bob Woodward y Carl Bernstein si su Garganta Profunda les hubiera dado las cintas de escuchas ilegales en un un cd de Lady Gaga.
Internet ha hecho posible que las preocupaciones de los diplomáticos estadounidenses sobre el autorismo de Sarkozy, la salud mental de Cristina Fernández o el tipo de botox que se inyecta Muammar al Gaddafi sean accesibles a todo el mundo, de forma gratuita. Y la administración de Obama, informada previamente de la dinamita política y diplomática que estaba a punto de estallar, sólo pudo sentarse a esperar que ocurriera lo inevitable.
"El País, Le Monde, Der Spiegel, New York Times y The Guardian publicarán más cables esta noche aunque Wikileaks se quede colgado", avisó la web de Assange cuando se encontraron con los primeros ataques cibernéticos a su 'site' en forma de denegación de servicio. Podían matar al Mesías pero no a los mensajeros.
A quién beneficia el crimen
Y los apostóles tenían claro que no podían pasar la oportunidad de difundir un mensaje tan jugoso. "Ignorar este material sería negar a los lectores el cuidado reportaje y el concienzudo análisis que ellos esperan cuando este tipo de información se hace público. Sería presuntuoso concluir que los americanos no tienen derecho a saber lo que se está haciendo en su nombre", defendía el New York Times en su editorial.
"El motor último que ha animado este proyecto es el enorme interés público de estos documentos", argumentaba el director de El País, Javier Moreno, en un vídeo colgado en su página web.
Para EE.UU., como no podía ser de otra manera, la publicación de los cables diplomáticos, es un robo de información confidencial y, por tanto, un acto ilegal constitutivo de delito.
"Todavía es pronto para realizar afirmaciones sobre Wikileaks porque no está claro si realmente realiza una función social o responde a otros intereses, pero desde el punto de vista de la Deontología de la Información lo que hay que analizar es la credibilidad de Wikileaks como fuente y si los medios han hecho sus deberes y han contrastado debidamente la información", afirma Elena Real, profesora de Ética y Deontología de la Información de la Universidad Complutense de Madrid a RTVE.es.
Sin embargo, Wikileaks se ha negado a revelar la fuente, que prefiere permanecer en condición de anonimato. Por su parte, los Gobiernos más que negar la veracidad de los cables, se han limitado a matizarlo.
Como Agata Christie, siempre hay que preguntarse a quién beneficia el crimen. A priori, somos los ciudadanos los que con revelaciones como las de la organización de Julian Assange nos sentimos un poco más libres.