Omán, el discreto centinela
- Informe Semanal viaja a Omán en el 40 aniversario del 'sultanato' de Qaboos
- El país ha pasado del Medievo al siglo XXI de la mano del petróleo
- Oasis en zona de guerras, es llave de paso del 90 por ciento del crudo del golfo
Mucha gente ni siquiera sabe de la existencia de Omán. Se creen que les estás hablando de Amman, la capital de Jordania y cuando caen en la cuenta a lo más que llegan es a imaginarse un inmenso pozo de petróleo y coches de lujo en las calles.
Pero Omán es mucho más y por lo tanto, difícil de explicar en unas líneas. Su historia es milenaria, basta recordar que es el territorio del incienso, la resina más apreciada de la antigüedad. Y como todos los países de la zona, tiene un pasado convulso en el que se mezclan los períodos de grandeza con los de languidecimiento. Cuando llegó al poder el actual Sultán Qaboos, Omán vivía en el Medievo. Basta saber que el anterior dirigente, su padre, administraba la interpretación más estricta del Corán, lo que se traducía en que no se podía fumar, ni usar gafas de sol, ni oír la radio. Su propio hijo y sucesor escuchaba la BBC a escondidas, gracias a un transistor que le proporcionó su madre. Las ciudades se cerraban a las 7 de la tarde y una tabla de castigos medievales dejaba sin manos a los ladrones y sin lengua a los perjuros.
Del Medievo al siglo XXI, de la mano del petróleo
Para entonces, el petróleo ya fluía de las entrañas de Omán, -eran los años 60-, pero sus beneficios no redundaban en unos habitantes que ni siquiera tenían acceso a hospitales y escuelas. Todo cambió a partir de 1970 cuando Qaboos echó a su propio padre en un golpe incruento que contó con el patrocinio de Londres. El poder del Sultán sigue siendo omnímodo, pero el talante personal de Qaboos y su educación británica, han permitido que Omán sea hoy un país próspero, con educación y sanidad gratuita. Sus mujeres son envidiadas por las de otros países del golfo: tienen derecho al voto, a la propiedad individual, a la igualdad de salarios y ocupan puestos importantes en la empresa privada y en la administración.
Omán es un oasis en una tierra de guerras y uno de los centinelas del Estrecho de Ormuz, la llave de paso del petróleo que abastece al mundo. El otro vigilante es Irán, un país con un régimen mucho más incómodo y amenazante. La diplomacia omaní ha dado muestras de habilidad negociando el pago de rescates de rehenes americanos retenidos por el régimen de Teherán, negociando a dos manos con Washington y Tel-Aviv o allanando los problemas que surgen entre los países de la Península Arábiga.
Estos días se cumplen 40 años de la llegada del sultán Qaboos y los omaníes lo han celebrado a lo grande. La gran incógnita es el futuro: qué pasará cuando el Sultán fallezca y otra persona, también con poderes ilimitados llegue al trono. Pero los omaníes creen que no habrá retroceso y que sus cimientos de desarrollo son tan profundos como sus pozos de petróleo.