"¡¡En qué hora compré un billete para el puente!!"
- El caos aéreo por los controladores da paso a la normalidad en Barajas
- Hastío, cansancio y resignación entre los que llegan y los que intentan marcharse
- "La información es mala y de pago. Me he dejado 40 euros llamando a Iberia"
- "A los controladores les cambio mi sueldo por el suyo, vas a ver si se estresan"
- Así hemos contado minuto a minuto la tercera jornada del caos aéreo
- ¿Te has visto afectado por el caos aéreo? Cuéntanoslo
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Acampados en el suelo, haciendo colas sentados, con la mirada perdida y sin ilusión por llegar a su destino. Es la estampa que se vive desde primera hora en el aeropuerto Madrid-Barajas donde miles de personas se agolpan frente a los mostradores para facturar sus maletas y viajar, de una vez por todas, en el puente más largo del año.
Barajas se mueve despacio, como un elefante que avanza poco a poco. Las prisas que suelen vivirse en los pasillos de la T-4 contrastan hoy con caras resignadas y un silencio pocas veces escuchado en esta bulluciosa terminal. La espera ha hecho mella en los miles de pasajeros que se quedaron tirados desde el viernes y que no saben si hoy por fin tendrán una tarjeta de embarque rumbo a unas vacaciones que se han convertido en su pesadilla.
Los pasajeros han perdido el pudor. Unos se lavan los dientes en medio de la terminal, otros pasean en zapatillas de estar en casa. Reubicar a todos los pasajeros que han decidido continuar con su viaje llevará días y mucha paciencia por parte de los damnificados. Susana y María tienen tiempo antes de ponerse a hacer cola.Ya les han dicho que no podrán volar hasta Guatemala hasta el viernes y viven con todo su equipaje desplegado en uno de los pasillos de la T-4. Les queda casi una semana de espera.
“Vuestro vuelo... saldrá el viernes, esperad“
Cuando Larse escuchó al piloto de su avión decir que paraban en Madrid, pensó: "No, en Madrid no. ¡Como aterrizemos de allí, no salgo!". Su vuelo fue uno de los pocos que aterrizó ayer sábado en España. Este joven alemán viajaba desde Nueva York a Bruselas y fue mientras sobrevolaba el océano Atlántico cuando se enteró de que el espacio aéreo español estaba cerrado.
"Paramos en Oporto, allí nos tuvieron cinco horas metidos en el avión sin capacidad de buscar alternativas para no pasar por Madrid. Hoy tendría que estar en el trabajo y ni siquiera me ofrecen una botella de agua", explica desde la resignación este pasajero, al que no se le han quitado las ganas de volver a Madrid algún día.
“En Alemania, de las huelgas avisamos con tiempo“
"En Alemania esto no hubiera pasado, allí de las huelgas avisamos", dice resuelto, ajeno a los argumentos de los controladores y a las soluciones del Gobierno. "En mayo me tocó sufrir lo del volcán islandés y me dejaron tirado Londres. El trato que alló me dieron dista mucho del maltrato de Madrid, donde no te ofrecen ni una habitación de hotel ni un vale para comida", razona desconsolado y sin querer contemplar la posibilidad de que hoy su vuelo también sea cancelado.
"Los controladores, todos a la cárcel"
"Nosotros íbamos a Nueva Zelanda... pero pasábamos por Madrid. ¡En qué hora compré los billetes!". Así se explica María, que acaba de aterrizar en un avión procedente de Los Rodeos (Tenerife). Viaja con su pareja pero ninguno de los dos tiene cara de estar de vacaciones. "Estamos perdiendo mucho dinero. Hemos perdido una noche de hotel en Madrid, un vuelo interno en Nueva Zelanda... hemos perdido hasta las ganas de irnos", razona Pedro.
María ya tiene la mitad del viaje hecho, pero encierra más enfado que cualquiera de los que están una planta más arriba, en la zona de salidas, esperando a hacerse con una tarjeta de embarque. "Lo único que quiero es mandar a todos los controladores a la cárcel", contesta apresuarada, una vez es consciente de que le queda una larga cola para conseguir un hueco para sus maletas en su siguiente vuelo.
“¡Llegamos, 24 horas tarde, pero llegamos!“
"¡Llegamos, 24 horas tarde, pero llegamos!" Esta exclamación es la conclusión de una odisea que muchos a esta hora, por contra, están comenzando en la zona de salidas de Barajas. "¿Pero en qué cola me pongo si voy a Fráncfort?", pregunta más de una despistada a los 'chaquetas roja' de Iberia, un 'bien de lujo' al que todo el mundo recurre en busca de respuestas.
Otros pasajeros, lejos de desperdiciar sus días de vacaciones, han hecho verdaderas locuras. "En Barcelona nos cancelaron el vuelo, pero vimos que desde Madrid aún había posibilidad de viajar a Praga. Así que lo estamos intentado. Hemos viajado en autobús toda la noche para con suerte, cruzando los dedos y si Dios quiere, conseguir una tarjeta de embarque", explica Carme, quien viaja con otras tres amigas. La quinta amiga se ha quedado tirada en la Ciudad Condal.
"La informacion, mala y de pago"
"La información, se paga. Nadie te cuenta nada y si quieres conocer datos, tienes que llamar a un 902 y gastarte unos 40 euros, que es lo que nos hemos dejado nosotros", explica otra de las 'aventureras catalanas', Eva.
"No sé cómo alguien puede tener tanto poder". Así se expresa en relación a los controladores Diego, un joven que ha venido junto a su novia, Esperanza, a recoger a una amiga que vuela desde Johannesburgo (Sudáfrica). Ayer no vinieron, sabían que no llegaría. "Nos ha escrito un email contándonos que le dieron una noche de hotel", explica Esperanza, que les ofrece un 'change' a los controladores.
“Les cambio mi sueldo por el suyo, vas a ver qué estrés les entra“
"Les cambio mi sueldo por el suyo, vas a ver qué estrés les entra", argumenta esta joven, que no las tiene todas consigo de que la solución a la que se ha llegado -militarizar el control aéreo- vaya a ser definitiva.
Rebeca viaja con Algerian Airlans a los campamentos saharauis en Tinduf. Lleva ayuda humanitaria a algunas de las familias que durante el verano envían a sus niños a España. Es una afortunada, aunque tarde su avión va a volar. "Doscientas personas están llorando ahora en sus casas porque el vuelo chárter en el que viajaban a Tinduf se ha cancelado. Ellos no podrán ver a los niños", explica esta joven, pertrechada con su camiseta de 'Sáhara libre'.
Y a medida que avanza la mañana son más y más las personas que van haciendo cola, sufriendo esperas, contando historias, dando cabezadas, buscando un billete, una tarjeta de embarque... algo que les saque de Madrid.