Y al final fue que sí
- En Cancún se ha conseguido "no matar el Protocolo de Kyoto"
- Muchos reconocen el papel de México en el acuerdo
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Las dudas eran muchas, pero todos, excepto Bolivia dijeron que sí. Nadie se engaña y comentan que no es unacuerdo perfecto, pero es lo suficientemente “abierto” para que todos lo aceptaran, bueno, casi todos.
Hay que ser experto para poder comentar, punto por punto el acuerdo de Cancún, pero resumiendo y para el público en general, lo que se ha conseguido en México es “no matar el Protocolo de Kyoto” y encontrar un camino para reconducir la lucha contra el cambio climático, un camino que quedó lleno de piedras después de Copenhague. Ahora parece que ya es más transitable.
Doce días de negociaciones, reuniones, conferencias, borradores y no fue hasta el último momento, cuando casi ya nadie tenía confianza, cuando se vio la luz. Muchos reconocen la labor de México y en especial de la presidenta de la COP16, Patricia Espinosa -que es la canciller mexicana- para que al final Cancún no haya terminado en un fracaso. Ella fue la que puso sobre la mesa el texto que luego se aprobó.
¿Qué se puede destacar de la Cumbre del Clima de Cancún?
Pues que Naciones Unidas –a pesar de que algunos países tenían sus reticencias- seguirá siendo el organismo a través del cual se tratará todo lo relacionado con el cambio climático.
Que los dos países que más contaminan en el mundo, China y Estados Unidos, han mostrado su interés en poner a funcionar mecanismos para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. NO hay ningún compromiso vinculante, pero sí al menos una declaración de intenciones.
Hasta hoy solo existe un documento, el Protocolo de Kyoto, que obliga a reducir emisiones. Pero obliga a los países ricos y solo a lo que los ratificaron, y Estados Unidos no lo hizo. Los países emergentes, entre los que se encuentran China, India o Brasil, no tienen ninguna obligación y aquí en Cancún eran muchas las voces, especialmente las de los japoneses, rusos y canadienses, que se negaban a continuar “sacrificándose” solos para lanzar menos gases de efecto invernadero. Por eso se temió que el Protocolo de Kyoto, que vence en 2012, no se pudiera “ampliar” o “renovar”.
De Cancún solo ha salido que se va continuar estudiando si se “amplía” o “renueva” y eso es importante, porque hasta el último momento los países que cito en el párrafo anterior –Japón, Rusia o Canadá- se oponían a su renovación. Así que al menos algo es algo.
Por dar un dato: las emisiones que lanzan los países ricos que están en el Protocolo de Kyoto –que son todos menos Estados Unidos- solo suponen el 27%. Es decir, menos de un tercio del total, por eso era importante que de Cancún salieran, y han salido, unas intenciones de que todos –desarrollados y en vías de desarrollo- se comprometan a reducir sus CO2.
Esas intenciones no están dentro del protocolo de Kyoto pero sí en un documento paralelo que al menos vincula los dos.
Dólares para los países en desarrollo
También es importante destacar una cifra que ha salido del acuerdo de Cancún: A partir de 2020 y de manera anual, se destinaran 100 mil millones de dólares para atender las necesidades de los países en desarrollo. La pregunta es: ¿Quiénes y en qué porcentajes van a poner todos esos millones?
La respuesta al parecer todavía no existe. Esa propuesta no es nueva, salió en Copenhague, pero se tomó fuera del auspicio de Naciones Unidas.
Más puntos. Se han marcado las vías para crear un “Fondo Verde Climático”, habrá transferencia de tecnología a los países emergentes para que puedan lanzar menos gases a la atmósfera y también se ha regulado de alguna manera que haya más transparencia para demostrar la reducción de emisiones, con especial alusión a China que se oponía a una supervisión internacional.
Son muchas hojas para poder hablar de todos los puntos, pero creo que los que menciono son algunos de los más importantes.
Ya ha acabado una cumbre que yo personalmente creo que se tendría que haber celebrado en la Capital de México, por cierto, últimamente muy contaminada. En Cancún ha sido como estar durante unos días en un mundo aparte. Un mundo al que por cierto no han llegado los miles de manifestantes que llegan a otras cumbres. El motivo se llama dinero. Llegar a Cancún es caro y los alojamientos no son baratos. Eso sí, con las enormes distancias y las medidas de seguridad acercarse a las zonas del debate era prácticamente imposible.
Nos trasladaban en autobuses ecológicos y yo hacía mucho tiempo que no veía tantos papeles en decenas de mostradores. Supongo que sería papel reciclado.
En Cancún han sido 12 largos días de trabajo, pero con el nuevo acuerdo impreso nada ha acabado, no ha hecho sino empezar.