Informe Semanal - Grandes victorias, tristes ausencias
- 2010 será recordado en España por proporcionarnos la mayor alegría colectiva
- La victoria de 'La Roja' nos permitió olvidar por unos días la realidad acuciante
Grandes victorias, tristes ausencias
La imagen más alegre del año ha sido la victoria de España en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Un gol de Iniesta para la eternidad ponía fin a noventa años de espera y desataba la alegría colectiva, la mejor medicina para un verano traspasado por la crisis. Miles de personas salieron a la calle para recibir a sus héroes. La fiesta parecía no tener fin. La marca España viajó a la velocidad de la luz y el mundo entero disfrutó con el mejor fútbol de nuestros deportistas.
Pero no ha sido la única especialidad donde el deporte español ha brillado. Las motos, el ciclismo, la Fórmula 1, la natación sincronizada o el tenis de Rafa Nadal, han proporcionado interminables horas de disfrute a todos los aficionados.
La zona oscura del deporte se llama Operación Galgo, la operación antidopaje todavía abierta y que ha provocado más de una docena de detenciones entre ellas la de la multi campeona de atletismo Marta Domínguez.
Victoria para la lengua española de la mano de un peruano de nacimiento y corazón y pasaporte español: Mario Vargas Llosa. El Nobel de literatura por fin ha ido a parar a uno de sus grandes aspirantes. España vivió como si fuera suyo un galardón que reconoce la portentosa y fértil imaginación del escribidor.
2010: año con nuevas recomendaciones ortográficas, algunas rodeadas de polémica.
Año de éxitos para el actor español Javier Bardem, para el director Alex de la Iglesia y para el retorno de Pedro Almodóvar a los premios Goya cerrando así sus diferencias con la Academia.
Y año de inevitables despedidas en el mundo de la cultura: a Luis García Berlanga, a Manolo Alexandre, a Juan Antonio Samaranch, a José Saramago, a Miguel Delibes, a Eric Rohmer, a Louise Bourgeois o a Claude Chabrol, entre otros.
Aunque diciembre se recordará por el adiós desgarrado e inesperado a Enrique Morente, que deja un vacío insustituible en Granada y en el mejor flamenco.