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S.M., la mujer sin miedo

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Ciencia al cubo

El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a jueves a las 15: 42; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55

S.M. son las siglas del nombre de una mujer más conocida como 'la mujer sin miedo'. Una enfermedad degenerativa destruyó la parte del cerebro que

gestiona esta emoción. Así que no puede sentirlo.

Un equipo de científicos de la Universidad de Iowa, liderados por Justin Feinstein y en colaboración con el premio príncipe de asturias Antonio Damasio, han estudiado este fascinante caso.

La zona del cerebro que gestiona el miedo se llama amígdala. Tiene la forma y el tamaño de una almendra y está situada en la parte interna. El miedo, aunque no lo parezca, es tremendamente útil. Nos ayuda a sobrevivir. Por eso lo sentimos.

Gracias al miedo huimos de situaciones que son peligrosas. Según palabras de los científicos que han estudiado el caso de la mujer sin miedo, el trabajo de la amígdala es procesar los estímulos que han recogido los sentidos para detectar rápidamente si alguno de ellos puede poner en compromiso nuestra supervivencia.

Un 'conejillo' de indias

Los científicos expusieron a la mujer situaciones que provocan miedo a la inmensa mayoría de las personas. Una de estas situaciones por ejemplo, fue

exponerla a serpientes y a arañas. Ella les había dicho que odiaba esos bichos.

Así que los científicos estaban convencidos de que se retiraría e intentaría evitarlas. Fueron a una tienda de animales y sorprendentemente SM se fue sin perder un segundo hacia los terrarios de las arañas y cuando el dueño de la tienda le ofreció coger una serpiente accedió sin dudar y estuvo preguntando detalles sobre el animal e investigando su tacto, acariciándola, frotándola.

E insistía en tocar a las venenosas. Los investigadores le llamaron la atención, comentándole que oye, por qué las tocaba si las odiaba… y ella misma se quedó sorprendida de su comportamiento y explicó que le había podido la curiosidad.

También la llevaron a una de las casas conocidas por estar encantadas, estuvo viendo pelis de terror y nada. Ni un pequeño atisbo de miedo. Y rellenó un

test sobre su grado de temor a situaciones comprometidas como puede ser hablar en público o la muerte y por petición de los investigadores, rellenó

un diario en el que dejaba varias veces al día sus emociones durantes tres meses.

Una superviviente

Bueno, a pesar de tan extenso análisis, en ningún momento S.M. mostró temor. No tuvo miedo con ninguna de las experiencias a las que la sometieron y

tampoco en su vida cotidiana. Esta mujer es una superviviente, dicen los científicos.

No se explican como aún está viva. Se ha visto en situaciones extremadamente peligrosas a lo largo de su vida. La han encañonado con un arma y se ha interpuesto entre una persona con un cuchillo y su pareja en un evento de violencia de género.

Es una temeraria y una heroína. No saben cómo calificarla. Eso sí, SM experimenta sin problemas alegría o tristeza, pero del miedo, ni rastro. Gracias a este estudio con S.M., los científicos han constatado, por si había alguna duda, que la amígdala se encarga de gestionar el miedo.

Y si no funciona, no lo sientes. Aseguran que estos hallazgos (comprender cómo funcionan los circuitos cerebrales del miedo) pueden ser útiles para tratar el desorden de estrés postraumático, muy común entre los veteranos de guerra.

El mismo equipo de investigdores ha tratado el año pasado a militares que habían estado en Irak y Afganistán y que padecían este desorden. Según cuentan, vivían constantemente con miedo. Muchos no podían ni salir de casa porque se sentían alerta y peligro.

Ciencia al cubo

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