La chispa de Túnez prende 'a lo bonzo' entre los países árabes
- Cuatro argelinos, un egipcio y un mauritano imitan al 'héroe' tunecino
- La Liga Árabe insta a los países del entorno a tomar nota de lo ocurrido
Que un empresario mauritano padre de tres hijos se rocíe con gasolina en su coche enfrente del Senado puede ser un hecho aislado. Que ese mismo día un hombre en Egipto haga propio ante el Parlamento por sus malas condiciones de vida puede ser casualidad. Que en Argelia otros cuatro hombres hayan hecho lo mismo en los últimos dos días puede ser un síntoma. Pero que todos lo hagan después de que la protesta iniciada tras quemarse a lo bonzo un joven el pasado 17 de diciembre en Túnez haya logrado la caída del Gobierno es algo más que eso.
"¿Estamos viendo una nueva tendencia?", se pregunta en voz alta el periodista de la revista Foreign Policy que cubre Oriente Medio, que considera que hay algo "horrible y, de algún modo, movilizador" en estos intentos de suicidio.
"Túnez es el nuevo modelo a seguir de todos los árabes. El tiempo de dictadores y dictaduras ha acabado", asegura Mohamed Lagab, analista político y profesor de ciencia política en la Universidad de Argel a la agencia Reuters.
Mientras Túnez lucha por consolidar su transición democrática entre la incertidumbre del nuevo Gobierno y las protestas en la calle, activistas del mundo árabe aseguran que se han inspirado en su ejemplo.
Al fin y al cabo, es el primer país en generaciones en el que un líder árabe ha sido derrocado por protestas.
"Estamos siguiendo de cerca lo que está ocurriendo en Túnez y esperamos que el pueblo termine construyendo el systema que desea y, por supuesto, hay una lección y un mensaje sobre lo que ha ocurrido en Túnez", reconoce el secretario general de la Liga Árabe, Amir Moussa.
"Si no aceptas el cambio, éste se impondrá sobre tí: éste es el mensaje de Túnez a los líderes árabes", añade Saad Djebbar, un abogado argelino basado en Londres.
Djebbar enumera los gobiernos más vulnerables al contagio: Argelia, Marruecos y Egipto. Como los tunecinos, muchos otros árabes están frustrados por la subida de los precios de los alimentos, la pobreza, el desempleo y sistemas de gobierno que ignoran de manera sistemática sus opiniones.
El papel del ejército
Sin embargo, estos Gobiernos tienen mucho mayor apoyo social, especialmente del ejército, que ha jugado un papel clave en la salida del presidente Ben Alí de Túnez.
"Ben Alí había perdido totalmente el apoyo del ejército y éste fue capaz de ayudar a cambiar la situación", seaña Barah Mikaïl, experto en el Magreb de FRIDE.
Mikaïl recuerda que en otros países, como Argelia, el ejército es fiel al Gobierno porque "logra beneficios del sistema actual", al igual que en Egipto, un país que considera que es el que alberga más riesgos por la débil situación de su presidente, Hosni Mubarak.
"Por supuesto que los argelinos tendrán que prestar atención pero el país más importante a este respecto es Egipto", señala Djebbar, que recuerda que ahora será más difícil a Mubarak buscar otro mandato en las próximas elecciones de septiembre o colocar a su hijo Gamal para sucederle.
En este sentido, Hamdy Hassan, líder de los Hermanos Musulmanes de Egipto, considera que el país, como Túnez, sufre un gobierno opresivo, elecciones amañadas, nepotismo, corrupción y desempleo.
"¿Cuándo tendrá lugar esta explosión? Dios sabe", se pregunta tras vaticinar que ahora cada líder árabe "está preparando su avión o sus cuentas".
"No queremos ser otra Túnez, nos preocupamos por el bien común", aseguraba a Reuters una fuente de los servicios de seguridad egipcios.
Sin embargo, eso no ha evitado que un hombre se echase gasolina encima y luego encendiese una cerilla cuando la gente trataba de aproximarse a él para salvarle este lunes.
Desesperación
"El hombre estaba frustrado porque no pudo coger sus raciones de cupones en Ismailiya para comprar los productos subvencionados. Vino al parlamento para encontrar a alguien que le ayudase", detalla un testigo.
Abdoul Abdel Moneim, de 50 años, solo ha sufrido heridas leves y quemaduras en el 15% de su cuerpo.
Al otro lado del magreb, en Argelia, un hombre llamado Senouci Touat se echó gasolina y se quemó a sí mismo en la ciudad de Mostaganem, a 350 kilómetros al oeste de Argel, aunque su vida no corre peligro.
Otro hombre, Mohsen Bouterfif, se quemó a sí mismo en pa provincia de Tebessa cuando el alcalde no pudo asegurarle una casa. Aunque los periódicos informaron de su muerte, una fuente gubernamental dijo después que estaba vivo en el hospital y podría sobrevivir.
Otros dos hombres se quemaron a lo bonzo en las localidades de Bordj Menail y Jijel.
¿Cuándo?
"Miles de millones de dólares se han invertido en los programas de desarrollo pero sin un impacto positivo a la vista de los ciudadans argelinos. Las señales de miseria social se ven en todo el país. Las calles de Argelia resuenan. La semilla de la violencia es muy probable", aseguraba el periódico al Watan.
En Mauritania, Yaghoub Uld Dahud, empresario y padre de tres hijos, roció con gasolina su coche y le prendió fuego antes de encerrarse dentro y bloquear los cerrojos, aunque un Policía le salvó la vida.
El pasado viernes una manifestación en Jordania contra el Gobierno por la subida del precio de los alimentos recordaba que este fenómeno puede llegar hasta a países que hasta ahora eran focos de estabilidad.
La Policía marroquí ha recibido instrucciones para calmar las protestas y, por el momento, solo la dictadura libiade Muanmar Gadafi -que ha apoyado a Ben Alí- no ha vivido acontecimientos parecidos.
Como concluyen Mikaïl y Marina Ottaway, directora del programa de Oriente Medio del think tank Carnegie Endowment, en este punto es difícil de determinar "cuándo el descontento crónico acaba en una insurrección a gran escala", debido sobre todo a la falta de una oposición organizada.
"El hecho de que el presidente se rindiese en Túnez da un incentivo a otros países...pero eso no significa que eso vaya a ocurrir", conclue Ottaway en declaraciones a Reuters.