Mesmer, el padre de la hipnosis moderna
- Creía en la capacidad de las personas para curar con el 'magnetismo animal'
- En sus inicios también empleó electricidad, metal o madera
A hombros de gigantes
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El médico alemán Franz Anton Mesmer nació en Iznang el 23 de mayo de 1734. Aunque era hijo de un guardabosque, el cura de su pueblo natal logró que ingresara en el colegio de los jesuitas de la ciudad, y de aquí pasó a estudiar Teología en la Universidad de Ingolstadt.
En 1759 se matriculó en Medicina en la Universidad de Viena donde se doctoró en 1766. A partir de las teorías de Paracelso intentó demostrar que la Luna y los planetas influyen en el sistema nervioso humano y las enfermedades, tesis que publicó con el título 'Sobre el influjo de los planetas'.
Una vez graduado, se estableció como médico en Viena y se casó con una viuda rica, lo que le permitió alcanzar una posición económica desahogada y dedicarse al mecenazgo de las artes. Su círculo de amistades incluía a Haydn y Mozart, quien estrenó su primera ópera en los jardines de su magnífica propiedad. Años más tarde, el compositor haría referencia a Mesmer en su ópera Cosi fan tutte.
El magnetismo y los imanes
En aquella época, las teorías newtonianas sobre el universo despertaron entre los científicos la esperanza de comprender los fenómenos naturales, desde la luz o la electricidad al impulso nervioso.
Una de las fuerzas más misteriosas era la magnética y el comportamiento de los imanes. Mesmer estaba concentrado en su estudio cuando en febrero de 1774 recibió a una paciente que mostraba síntomas de una enfermedad grave y a la que sometió a corrientes magnéticas.
Le hizo beber una preparación que contenía hierro y luego sujetó varios imanes en diferentes partes de su cuerpo. La paciente dijo sentir corrientes de un fluido misterioso y durante varias horas se sintió aliviada.
Mesmer pensó que el efecto no sólo era debido a los imanes, sino también a su influencia sobre un agente magnético presumiblemente acumulado en el interior del organismo que había sido removido y estimulado por ellos, un fluido que llamó magnetismo animal, haciendo un paralelismo con el magnetismo cósmico.
Otro tipo de ensayos
Sus ensayos terapéuticos con electricidad le condujeron a pensar que las personas también podían magnetizarse sin imanes, simplemente con el uso de las manos, la mirada, e incluso el pensamiento.
El sistema de Mesmer se basaba en cuatro principios fundamentales: Hay un fluido muy sutil en todo el universo que une a los humanos, la Tierra y los cuerpos celestiales. Las enfermedades se deben a un desequilibrio en la distribución de ese fluido dentro del cuerpo. Hay procedimientos que permiten almacenarlo y transmitirlo a otras personas. Y por último, se pueden provocar situaciones críticas en los pacientes y obtener su curación.
A pesar de la polémica, el hallazgo de Mesmer se extendió por toda Europa. Durante un tiempo se trasladó a Munich, donde fue elegido miembro de la Academia alemana de Ciencias. Posteriormente regresó a Viena, donde fundó un hospital dedicado exclusivamente a la aplicación de su método. Más tarde vivió en Paris, donde asistió con éxito a miembros de la aristocracia.
Personajes de la talla de Montesquieu o La Fayette frecuentaron sus salones. Convertido en una especie de mago, Mesmer fundó la Sociedad de la Armonía Universal, destinada a restablecer los vínculos entre los hombres mediante la fuerza del fluido.
Su famosa 'cuba magnética' le permitía atender a numerosos pacientes a la vez. Para aquellos que no podían pagar sus honorarios, 'magnetizó' un árbol en las proximidades de su casa.
Métodos cuestionados por la sociedad científica
Ante la sospechosa fama de las prácticas terapéuticas del alemán, el gobierno francés nombró una comisión de investigación con los más reconocidos médicos y naturalistas de la época cuyo veredicto fue implacable en contra de Mesmer y su magnetismo animal. Y declaró que los efectos terapéuticos obtenidos se debían al poder de la imaginación humana.
A comienzos de 1785, Mesmer se trasladó a Londres, y después a Suiza, Alemania y Austria, de donde lo expulsaron en 1793 después de verse envuelto en un oscuro complot.
Por último se instaló en Mersburgo, en la ribera alemana del lago de Constanza, cerca de su localidad natal, donde murió, prácticamente olvidado, el 5 de marzo de 1815.
A mediados del siglo XIX, su trabajo tuvo continuación en el hipnotismo y a finales de siglo en el desarrollo del psicoanálisis creado por el austriaco Sigmund Freud, quien reconoció --sin reservas—la posición de este médico de la Ilustración en la historia de la invención de la sugestión.