El universo de Gonzalo Torrente Ballester
- La Biblioteca Nacional acoge una exposición sobre Gonzalo Torrente Ballester
- Cuenta con más de 200 piezas entre dibujos, fotografías y manuscritos inéditos
- Muestra otras facetas del escritor cuando se cumplen doce años de su muerte
Cuentan que cuando el pintor Damián Flores le hacía un retrato para conmemorar la concesión del Premio Cervantes, Gonzalo Torrente Ballester quiso que le pintaran fumando porque él "fumaba muchísimo" y no se veía de otra forma.
El cuadro recibe al visitante en su entrada a la Biblioteca Nacional, GTB, como le gustaba que le llamaran, le mira jocoso y recostado desde un sofá. Con un cigarrillo entre los dedos.
Una historia que dibuja ya uno de los rasgos del escritor ferrolano: su amor casi obsesivo por los detalles, los que conformaban su mundo. Su meticulosidad se refleja en los manuscritos inéditos de la exposición, Los mundos de Gonzalo Torrente Ballester que se ha inaugurado este jueves.
El público queda hipnotizado ante esa "letrita casi de hormiga" que perfila unos bosquejos subrayados y vueltos a subrayar, de varios colores diferentes y adornados con miles de acotaciones. Eran sus trabajos previos que ahora se exponen, en una muestra organizada por la Sociedad Estatal de Acción Cultural y la Fundación Gonzalo Torrente Ballester.
Acotaciones que serán un preludio para resumir un universo infinito. Su pasión por las letras era su faceta más conocida pero no la única.
Ensayista, articulista, dramaturgo, profesor- cómo él siempre quiso que le consideraran- Gonzalo Torrente Ballester también fue fotógrafo, guionista de cine, y buscador incansable de la comunicación con las nuevas tecnologías por bandera-fue el primer académico con correo electrónico- toda una revolución para la época. Es otro 'pedacito' del rompecabezas de GTB.
Ironías, guiños y fotografías
Hay decenas de fotografías de balcones, de niños que juegan despreocupados en la calle.... Muchas de ellas son retratos de Galicia, su tierra natal. Otra de sus obsesiones. El ganador del Príncipe de Asturias de las Letras también fue un apasionado de la fotografía. Uno de sus 'mundos' más desconocidos.
Miguel Fernández Cid, uno de los comisarios de la exposición, cuenta como el autor de Los gozos y las sombras jugaba con las imágenes para documentar sus obras, convirtiéndose en una suerte de "escritor visual".
Muchas de estas imágenes rezuman modernidad, como recuerda su hijo Álvaro Torrente. "Mi padre no hacía las fotografías típicas de familia. Algunas eran casi surrealistas, de espacios, de objetos, de todo aquello que le llamaba la atención", rememora.
Prueba de esta atracción por lo audiovisual, son las decenas de grabaciones-ahora digitalizadas- dónde el escritor recogía pacientemente sus vivencias diarias o sonidos que le fascinaban o su faceta como guionista de cine, labor que desempeñó durante cinco años en colaboración con Nieves Conde.
Para Fernández Cid, el escritor fue "un curioso oculto, inquieto y que entró en muchos campos diferentes".
Un universo infinito
Los mundos de Gonzalo Torrente Ballester, no es una exposición itinerante. Viaja sólo a lugares que tuvieron un vínculo con el dramaturgo o con su obra.
Ferrol, por la importancia de las vivencias del mundo de su infancia; en Salamanca, su vocación académica; en Logroño, el espíritu cervantino de su obra; en Santiago de Compostela la exposición ocupaba los distintos espacios de la Fundación GTB, de modo que incorporaba su biblioteca y recreaba su rincón de trabajo.
“Hoy se podrían publicar sus artículos en prensa“
La muestra en Madrid, en la Biblioteca Nacional, se centra en los objetos y en su vision irónica de la vida. Hay muchas teteras-más de 100- y láminas de barcos que representan la infancia ferrolana y la influencia del mundo inglés.
" A él le hubiera encantado porque la Bibioteca Nacional contiene la memoria de nuestro país", señala su hijo, que recuerda como la inauguración es el 27 de enero cuando se cumplen justo doce años de la muerte de su padre.
"Es un legado inusual estudiado por varias generaciones y sobre el que dentro de quince o veinte años, habrá que volver porque no se agota, ni pasa de moda", apunta el comisario de la muestra.
Quizás la visión que más se ajusta a la realidad, es la que el propio GTB tenía de si mismo "soy un ilustrado, diríamos salvado o limitado por su creencia en la brujas". Genio y figura.