El Foro de Davos cierra con optimismo pero destacando incertidumbres
- Merkel y Sarkozy defendieron el euro en sus intervenciones
- Los baqueros aleertan de los riesgos de regular el sistema financiero
El Foro Económico de Davos ha concluido con optimismo, pero con el convencimiento de que todavía queda mucho por hacer para superar la peor crisis financiera y económica desde la Gran Depresión, que en los últimos tres años ha teñido de un tono oscuro este encuentro.
Los expertos económicos reunidos en la localidad suiza coinciden en que las expectativas de crecimiento este año son positivas, si bien se mantiene un elevado nivel de incertidumbre.
Europa y EEUU presentaron diferentes recetas políticas y económicas para no entorpecer sus respectivos crecimientos. Mientras Europa se ha unido en el objetivo de reducir el elevado endeudamiento público, que ha hecho que los mercados penalicen la deuda soberana de los países periféricos, EEUU apuesta por impulsar su actual crecimiento sin reducir el gasto a costa de no poder bajar su ingente déficit fiscal.
Las economías desarrolladas observan con admiración y envidia el vertiginoso crecimiento de los gigantes asiáticos China e India, del que dependen para su recuperación a largo plazo.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, utilizaron sus intervenciones en el foro para defender el euro.
Los banqueros vuelven a Davos tras dos años de ausencia
A la lujosa estación de esquí alpina de Davos han regresado este año algunos consejeros delegados o presidentes de grandes bancos internacionales tras dos años de ausencia, y pasar casi desapercibidos para evitar "susceptibilidades" después de haber tenido que ser rescatados de la peor crisis financiera desde 1930, que estalló en agosto de 2007 y se intensificó en septiembre de 2008 con la quiebra de Lehman Brothers.
Por el efecto dominó a la quiebra de Lehman Brothers otros muchos bancos tuvieron que ser rescatados y nacionalizados parcial o totalmente en EEUU, por ejemplo Fannie Mae; en Alemania, Hypo Real Estate y Commerzbank, y en el Reino Unido, Royal Bank of Scotland.
Este año han asistido a Davos los presidentes del banco estadounidense JP Morgan, Jamie Dimon; del suizo UBS, Oswald Grübel, y de Citigroup, Vikram Pandit, pero sus homólogos de Goldman Sachs y Morgan Stanley no.
El consejero delegado del banco británico Barclays, Bob Diamond, agradeció al G20, que preside este año Francia, haberse unido para mejorar la regulación del sector bancario.
Los responsables políticos inciden en regular el sector financiero
A ello la ministra francesa de Economía y Finanzas, Christine Lagarde, respondió que "una buena financiación (concesión de créditos a empresas y hogares) y remuneraciones sensibles (para los banqueros) serían la mejor forma de dar las gracias".
En este sentido, Merkel consideró necesaria más regulación en el área financiera internacional y criticó que todavía no exista una respuesta coordinada a la posible quiebra de un banco que tiene gran importancia para el conjunto del sistema financiero, así como a la forma de evitar que al final deba pagar el contribuyente.
Pese al costoso, imperioso y todavía reciente rescate, el sector financiero rechaza que se introduzca un exceso de regulación -se les va a exigir incrementar el capital mínimo y se estudia aplicar impuestos a las transacciones financieras- ya que puede minar la concesión de créditos y entorpecer el crecimiento económico en marcha.
El presidente de JP Morgan instó a Sarkozy que evite durante la presidencia francesa que el G20 introduzca una regulación excesiva para los bancos.
El presidente francés le contestó que los bancos han hecho cosas que "van en contra del sentido común" por lo que no deberían oponerse a un aumento de la regulación, que calificó de "necesario".
Necesaria también parece una moral para los mercados financieros, pero resulta ingenuo creer que se vaya a producir una "limpieza ética" en el sector financiero pese a que su irresponsabilidad haya tenido elevadísimos costes y unas consecuencias que el Nobel de Economía Joseph Stiglitz calificó de "tragedia social", incluido el desempleo y la crisis de la deuda soberana en Europa.