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Así se preparan durante la noche las estaciones de esquí para garantizar la seguirdad

  • Las máquinas preparan las pistas para el próximo día
  • Un panel de control comprueba la calidad de la nieve
  • Se provocan avalanchas para evitar zonas peligrosas

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Estas máquinas preparan la superficie para que se pueda esquiar.
Estas máquinas preparan la superficie para que se pueda esquiar.

El verdadero trabajo en una estación de esquí comienza en el instante en que se cierran las instalaciones al público. En ese momento, sale de sus garajes todo un ejército de máquinas para tratar, preparar, pisar y transportar nieve. De esta manera prepara la estación para la jornada siguiente.

El Valle de Benasque, en la falda de uno de los techos España, el pico del Aneto, una de las estaciones de esquí más alpinas, ha sido el escenario de la "semana de la seguridad". Unas jornadas organizadas por el grupo Aramon con el objetivo de divulgar los diferentes trabajos que se realizan en un centro invernal.

La dirección ha mostrado lo que nunca se ve en una estación: los trabajos de las máquinas quitanieves y las acciones para provocar las avalanchas.

Un trabajo, el que desarrollan los especialistas de las máquinas, que se lleva a cabo en dos turnos y por la noche, con lo cual es fácil perder la orientación en plena oscuridad. Su labor consiste en colocar la nieve artificial que expulsan los cañones en una extensión de 50 kilómetros. A veces, para dejar la superficie en condiciones óptimas, los maquinistas se ven obligados a pasar varias veces por la misma zona de la estación, hasta dejar una superficie totalmente lista.

Así se prepara la nieve

El fin es hacer las pistas por las que se deslizarán los esquiadores al día siguiente. Lo peor de esta función, para Amancio Arcas, jefe de máquinas, es "que lo tienes que hacer de noche con falta de visibilidad y y temperaturas extremas". "Nuestro principal enemigo es el viento, cuya fuerza a veces puede destrozar en décimas de segundo todo nuestro trabajo", explica. Las máquinas empleadas, en el caso de la estación de Celer-Aramon cada noche llegan a consumir cerca de los 1.800 litros de combustible .

Mientras las máquinas pisan la superficie blanca, en el 'gran panel de control' se comprueba la calidad de la nieve que está expulsando cada cañón. Para ello es necesario realizar todas la noches los chequeos de presión, porque de lo contrario es posible que un cañón pueda estar expulsado agua , en lugar de nieve . Es una labor que también necesita de la comprobación visual de los maquinistas de la estación.

Avalanchas provocadas

Se trata de trabajos rutinarios en una estación de esquí, pero esenciales para ofrecer las mejores condiciones de seguridad para los usuarios. Y, dentro del capítulo de la seguridad, es dónde entra la figura del artificiero de montaña, que provoca las avalanchas dentro de una estación de esquí. Se trata de personal altamente cualificado y con la autorización adecuada para la manipulación de explosivos dentro de una estación de esquí.

El único objetivo que persiguen los artificieros de montañas es dotar de absoluta seguridad a los usuarios de la estación. Por ello es necesario provocar diferentes explosiones en determinados puntos, en los cuales la acumulación de nieve puede ser peligrosa. Son explosiones que se llevan a cabo con el más estricto protocolo de seguridad que marcan las autoridades. Se realizan mediante gas a través de cañones que de manera estratégica están instalados en cada estación.

Otro sistema es el denominado 'avalanchera'. Se trata de una especie de bazoka, que lanza flechas con cápsulas de una mezcla denominada 'nitro-rock'. Cuando hay que deshacer un gran bloque de nieve que puede crear peligro de desprendimientos, se utiliza goma-dos.

También se utiliza la llamada 'capana'. Se trata de un mecanismo cargado con sesenta disparos de una mezcla de gases, el cual se cuelga desde un helicóptero, y se dispara hacia las zonas en la que los demás sistemas no pueden acceder.

El buen tiempo es fundamental para provocar estas avalanchas, apunta Juan Luis Delemas, jefe de pistas. "Todas las señales de orden de disparo, a excepción de la goma-dos, son vía radio. Con viento es imposible provocar cualquier avalancha", argumenta.