Los egipcios abren una nueva etapa en el mundo árabe al acabar con 30 años de Mubarak
- Tras 18 días de protestas consiguen forzar la dimisión del presidente
- Emoción histórica de cientos de miles de personas en la plaza Tahrir
- Suleimán anuncia que el presidente cede el poder a los militares
- Mubarak y su familia se marchan al balneario de Sharm el Sheij
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Si a un egipcio le contasen el pasado 24 de enero que Hosni Mubarak cambiaría todo su Gobierno y nombraría un vicepresidente miraría con desconfianza. Más aún, si alguien le dijese que poco después anunciaría que no se iba a presentar a la reelección y que no le sucederia su hijo Gamal le tomaría por loco.
Y, por último, si le desvelase que dejaría al poder por la presión pacífica del pueblo en las calles pensaría que ese país del que le están hablando no es el suyo. Y tendría razón, porque el Egipto de este 11 de febrero es un país totalmente diferente.
Tras treinta años de Gobierno con mano de hierro, el poder de Hosni Mubarak se ha venido abajo en treinta segundos, el tiempo que ha durado la intervención ante la televisión estatal egipcia de su vicepresidente, Omar Suleimán, que con cara de circunstancia anunciaba que el veterano dirigente de 82 años había cedido el poder a los militares.
Renuncia
"El presidente Mohamed Hosni Mubarak ha decidido renunciar a su cargo de presidente de la República y ha encargado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas administrar los asuntos del país", dice textualmente el breve mensaje de Suleimán, que ha durado apenas 30 segundos.
La persona que regirá a partir de ahora los destinos del país no será el vicepresidente sino el ministro de Defensa, Mohamed Hussein Tantaui, jefe del Consejo Militar Supremo, que es el que se ha hecho con el control del país.
En un gesto significativo, Tantaui ha aparecido ante los manifestantes en el palacio presidencial, a los que ha saludado.
El consejo supremo ha emitido un comunicado poco después de que hablar Suleimán resumiendo el seísmo que vivirá el país: destituirá a todo el gabinete, suspenderá la sesión de las cámaras legislativas y gobernará junto al presidente del Tribunal Constitucional.
En él se ha comprometido a defender los intereses legítimos de los ciudadanos, aunque ha tenido palabras amables para Mubarak.
Mientras, el Rais se ha refugiado con su familia en el balneario egipcio de Sharm el Sheij tras 18 días de protestas pacíficas en la calle, en un acontecimiento que puede marcar el inicio de una nueva etapa democrática en el mundo árabe.
Más de un millón de personas reunidas en la plaza Tahrir de El Cairo han cantado eufóricos tras escuchar el mensaje del vicepresidente, Omar Suleimán, en la televisión estatal, que minutos antes había anunciado que la "presidencia" haría un anuncio muy importante.
"¡El pueblo derribó el régimen! ¡El pueblo derribó el régimen! ", ha gritado en éxtasis una multitud delirante en la plaza símbolo del movimiento de protesta iniciado el 25 de enero y que ha dejado al menos 300 muertos.
El líder opositor Mohamed ElBaradei ha declarado que éste es "el mejor día de su vida", mientras los jóvenes del Movimiento 6 de abril han proclamado que este día "los egipcios han puesto fin a la esclavitud".
El papel del ejército
La gran incógnita es saber qué papel jugará ahora el órgano supremo del ejército, que ha emitido dos comunicados en las últimas 24 horas en las que se comprometía a llevar a cabo las reformas anuncias a Mubarak y a tomar las medidas necesarias para conservar la estabilidad.
De hecho, resta conocer qué pasará ahora con el campamento instalado en Tahrir y en otros lugares con el parlamento, que el ejército ha pedido que se desmantele desde hace días y donde los manifestantes vienen insistiendo en que quieren un cambio de régimen, no solo la salida de Mubarak.
"Civil, civil, no militar", gritaban de manera significativa este jueves los manifestantes a un representante de los militares que se dirigió a ellos asegurando que "todo lo que esperáis se cumplirá".
Viernes de manifestaciones
Sin embargo, el mensaje de Mubarak emitido por la televisión estatal esa misma noche decepcionó a los ciudadanos, que levantaron sus zapatos en señal de desprecio y anunciaron que las manifestaciones de este viernes, el Viernes de los Mártires, tendrían como objetivo principal el palacio presidencial del presidente.
La ira de los egipcios se había incrementado aún más tras el comunicado número dos del ejército, en el que los militares se limitaban a garantizar que las reformas anunciadas el jueves por la noche por el presidente se llevarán a cabo.
Los anti Mubarak ya habían advertido a los militares tras el mensaje de Mubarak que ahora no les quedaba otra que elegir ponerse de su parte o de la del régimen, por lo que la tibia posición expresada ha aumentado la ira popular.
La situación ha llegado hasta a un punto que uno de los manifestantes ha llegado a la posición de un coronel que ha leido el mensaje en el palacio presidencial, le ha arrebatado el micrófono de las manos y le ha reclamado: "Nos han decepcionado, habíamos puesto todas nuestras esperanzas en ustedes".
Manifestación ante palacio
Así, miles de egipcios se han concentrado por primera vez a las puertas del palacio de Ittihadiya, la residencia de Mubarak en el barrio de Heliópolis, a las afueras de El Cairo.
Allí hay un cordón situado a 50 metros del palacio con una fuerte presencia militar y de la Guardia Republicana.
"Tendremos masas de egipcios tras la oración del viernes para tomarlo", ha declarado Ahmed Faruk, portavoz del movimiento 25 de enero.
Varios helicópteros militares han salido del edificio mientras los egipcios gritaban "vete, vete, vete".
Y así ha sido, aunque a medias, porque Mubarak y su familia no han dejado el país sino que se han refugiado en el balneario egipcio de Sharm el Sheij.
"Mubarak se ha ido con toda su familia", ha desvelado una fuente anónima próxima al Gobierno a la agencia AFP, en una comunicación que, sin quererlo, simbolizaba el comienzo del fin de treinta años de régimen en el país más populoso del mundo árabe.
La noticia ya ha sido recibida con gritos de alegría en las calles de Túnez, Gaza y otros puntos calientes del mundo árabe. El pasado jueves el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, decía que la historia "estaba en marcha en Egipto" y 24 horas después los egipcios han escrito una nueva página. La incógnita es cuáles son las que aún quedan por escribir.