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Gran Guerra en la ceremonia de los Goya 2011

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Premios Goya 2011: Los productores de cine analizan el estado de la industria

En la entrega de los Premios Goya, casi cabría decir dos cosmovisiones, del cine español. Pensarás que son a favor y en contra de la Ley Sinde. Pero no.  Tampoco a favor y en contra de Twitter.

A pesar de que todos los medios -incluyendo este que ahora lees- te cuente que lo que más importa del mundo es la piratería, las descargas, los creadores, los internautas, si Bollaín está enfurruñada con De la Iglesia o éste con la ministra... No lo creas. O mejor, ponlo en duda.

El centro de lo que se debate el domingo es algo más profundo, más vital para el crecimiento del cine español, pero menos mediático y glamuroso.

Tan poco mediático y glamuroso como Adrián Guerra, feúcho y con una dicción irregular, que ha producido una película con 2 millones de euros  y la ha puesto en el mapa internacional recaudando más de 14. Buried (Enterrado).

Una película levantada sin apoyo de las televisiones y tras el rechazo del establishment del cine español a otros proyectos anteriores -por ser sus productores “nuevos”-, con dinero privado español y norteamericano y subvenciones de Cultura.

Un Messi del cine español que, tras el éxito de la cinta del talentoso Rodrigo Cortés (el Xavi, por seguir con la analogía), ya maneja un presupuesto de 13 millones de euros para una película con Robert de Niro y Sigourney Weaver. En inglés, sí, pero con control creativo totalmente español, el suyo y de Alejandro Miranda, socios de Versus Entertainment.

Guerra, eso sí, no es académico. Es un outsider absoluto. Lo cual hace difícil creer en sus opciones de victoria.

¿Cine industrial o cine como cultura protegida?

Frente a Buried, está Pa negre. Una gran película (mi apuesta para llevarse el premio gordo de los Goya, que conste), un exitoso intento de conciliar autoría y público que merecía haberse llevado la Concha de Oro en San Sebastián, además del premio para Nora Navas.

Pa negre es una película de 4 millones de euros de presupuesto financiada en más del 85% por fondos públicos, entre subvenciones de Cultura, Generalitat y participación de TVE y TV3. Sólo alrededor de 500.000 euros son capital privado de Massa D’Or, la empresa de Isona Passola, una apasionada productora ligada políticamente a ERC (fue asesora de este partido para la ley del cine catalán).

Un cine que se levanta fundamentalmente al margen de las instituciones públicas y muy ligado a los gustos del público, que huye del victimismo, frente a otro que crece al abrigo de las subvenciones y las menguantes aportaciones de las televisiones y que no reconoce fácilmente que si un año ha sido flojo en taquilla es básicamente porque al que paga en taquilla no le ha gustado.

“Es cierto que alguna que otra película fantástica no ha funcionado bien, pero la razón fundamental [de la pésima taquilla de 2010] es que no hemos hecho este año películas tan buenas". ¿Tan difícil es? Lo dice Juan Gordon, coproductor de Celda 211 y productor de También la lluvia. Que tampoco es que sea un prodigio de glamur mediático.

Gordon y el resto de productores de Morena Films lo tienen claro. Hay que poner al público en el centro del debate. También la lluvia es su contendiente en los Goya. Era la principal favorita hace un mes, pero sus opciones se han desinflado en la misma proporción en que su taquilla ha ido creciendo.

Si Gordon, Morena y También la lluvia están del lado de Guerra, Versus y Buried, la cuarta en discordia está más próxima a ese modelo tradicional en el cine español que de algún modo representa Pa negre..

Aunque Balada triste de trompeta está dirigida por Álex de la Iglesia, un gran valedor de una forma más fresca y moderna de entender el cine, su productora, Tornasol Films, de Gerardo Herrero y Mariela Besuievsky, está perfectamente ensamblada en la estructura tradicional del cine español.

Han sabido adaptarse al nuevo panorama (suyo es el clamoroso éxito de El secreto de sus ojos), pero hay en su discurso una preocupación constante por los desafíos del futuro. Como un temor de fondo.

La posibilidad de una industria

La posibilidad de una industria, y qué tipo de industria del cine en España. Eso es algo de lo que, en parte, se juega el domingo en los Goya.

¿Hay una industria del cine español? Ninguna industria puede pretender serlo sin rentabilidad, y no pocas veces las subvenciones han sido mayores que los ingresos de taquilla (2010 es el último ejemplo, con un desfase de 20 millones de euros).

Apoyar el cine fundamentalmente sobre las aportaciones públicas -siempre sospechosas de intereses partidistas- no parece muy industrial. No pocas de las películas españolas ni siquiera se estrenan. Hay productoras que falsean los datos comprando las entradas necesarias para obtener la ayuda estatal...

Es sintomático que la información sobre la industria, empresas, datos de taquilla, etc., sea en España algo muy escaso y las cifras de recaudación oficiales sean opacas o se publiquen con lentitud, algo impensable en Hollywood.

“Han existido generaciones de productores que hacían cine por hacer. El negocio del cine español era hacer la película, no vender la película. Eso ha provocado que la calidad del cine sea baja. Pero hay pequeños brotes de cambio”. Palabra de Guerra, de Adrián Guerra.