La insoportable levedad de la alfombra roja
- La fiesta del cine español, en medio de un debate esencial entre cultura y mercado
- El mejor cine español, los mejores autores y sus mejores películas, no estarán
Es la feria de las vanidades y del oropel ingrávido de un goce marcado por la falta: la fiesta del cine español se traslada al centro, a la Plaza de Oriente nada menos y deseando mostrarse levanta vallas en la plaza para mantener al público y al pueblo alejado de los fastos de palacio.
Es un querer sin afecto, un deseo interrumpido por el miedo a tener que tomar la pastilla del día después.
No, de verdad que así no debieran hacerse las cosas. Ya sé que vendrán productores y exhibidores, distribuidores y miembros de la sociedad generales de protección al autor argumentando que así es en Los Ángeles, en Cannes y en Londres.
Vayan, vayan a los Goya, inunden la Plaza y vean a través de su móviles (cuidadito con la piratería) o de los plasmas que instalarán si lo permite el presupuesto.
Se darán cuenta que irán bajo palio cruzando la mirada de los reyes de España, no caerán en la cuenta que del cine eso no es lo mejor pero aún no siéndolo habría que respetar la leyenda democratizadora de los sueños: he visto a Claudia Cardinale viajar en turista mientras pequeñas muestras nacionales exigen desplazarse siempre en preferente, he tomado un café en una terraza mientras Juliette Binoche jugaba con sus críos en el parque y no entendí jamás esta distancia y esta enfermiza necesidad de confundir el talento con la popularidad, el deseo y la curiosidad del público con las barreras burocráticas y los agentes de seguridad. Allá ellos.
El mejor cine no estará en el Teatro Real
Se acerca la fiesta del cine español, en medio de una tormenta y debate esencial entre cultura y mercado, entre educación y valor para educar. Radio 3 plantea una transmisión desde la crítica. Desde el deseo de hablar de cine desde el glamur del olvido y por supuesto desde la derrota.
Radio 3 se creó y se crió entre los movimientos musicales más importantes de los últimos años y entre el debate y la crítica del discurso cultural dominante, así nos han formado y así seguimos al otro lado de la montaña.
En medio de una galaxia donde las opiniones son libres y la información el resultado de un proceso importante en los medios. Acostumbrados al afecto y a la militancia de nuestra audiencia se nos hace difícil percibir este disloque, este abismo entre el arte (¿o no hay intención de expresarse lo mejor que uno sepa?) y el espectador.
Siempre nos hemos negado al prejuicio del público español hacia su cine, ahora vemos –sobre todo en los últimos días- que es sabio el pueblo, que detectaba –de alguna manera- que el mejor cine español, los mejores autores y sus mejores películas, no están invitados al Teatro Real, el próximo domingo. De ahí las miradas de medio pelo y el cierto nerviosismo de quien se sabe que ese amor no es correspondido.