La producción española se analiza ante los Goya
- Los productores de las nominadas al Goya hacen balance de la industria
- Son Mariela Besuievski, Isona Passola, Juan Gordon y Adrián Guerra
- El cuarteto representa dos generaciones a la hora de entender el cine
- Variadas soluciones para una industria sacudida por "un temblor de 7.0"
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Hace un año, antes de los premios Goya que acabaron encumbrando a Celda 211, el ambiente en el mundo del cine español era eufórico. 2009 había sido un magnífico año -el segundo mejor de la década- para la taquilla del cine español y el Ministerio de Cultura preparaba una ley para atajar la piratería digital.
Acuciado por una ciclotimia galopante, casi bipolar, el cine español se hunde estos días en la depresión como consecuencia de las cifras de taquilla de 2010.
Los primeros datos hablan del descenso en un tercio del público y de la recaudación del cine patrio con respecto al año anterior. De 17'4 millones de espectadores a 10'7, de 107 millones de euros a 69'7. La cuota de pantalla del cine español se sitúa en algo menos del 11%. Ninguna película española está entre las 10 más vistas del año en España.
Y por si fuera poco, la aprobación de una descafeinada Ley Sinde ha provocado tensiones en el seno de la Academia, entre las cuales se incluye el anuncio de dimisión de Álex de la Iglesia como presidente.
“El cine español ha recibido premios en Cannes y Venecia en 2010“
Entre el subidón de los Goya 2010 y el bajonazo en los días previos a los de su 25 aniversario el cine español puede, al mismo tiempo, enorgullecerse del Oscar a una coproducción (El secreto de sus ojos), el premio a mejor actor en Cannes para Javier Bardem por otra coproducción (Biutiful), la participación de un español -Lluís Miñarro- en la Palma de Oro, el doble premio en la Mostra de Venecia para Álex de la Iglesia y Balada triste de trompeta, una doble nominación al Oscar para Biutiful...
Pero al fin y al cabo el cine es una industria -o está obligado a serlo para crecer- y el ambiente entre sus miembros viene marcado por los datos económicos, en medio de una crisis económica general.
Bajo la superficie de los titulares de prensa, de los rostros famosos, premios, cotilleos y promociones publicitarias, está esa industria -o lo que trata de serlo-, con nombres concretos, con razón social y presupuestos... Toda una serie de productores que son el presente, el pasado y el futuro del cine español.
Para hacerse una idea aproximada del estado de esa industria, para conocer los temores y las esperanzas de esos mecenas-empresarios, RTVE.es ha plantado la cámara y el micrófono y hemos escuchado de primera mano a las responsables de producir las cuatro películas nominadas al Goya como mejor película.
Son Mariela Besuievski (Tornasol Flms, coproductora junto a Gerardo Herrero de Balada triste de trompeta), Isona Passola (Massa D'Or, productora de Pa negre), Juan Gordon (Morena Films, productor de También la lluvia) y Adrián Guerra (Versus Entertainment, coproductor junto a Alejandro Miranda de Buried).
Dos enfoques de industria, dos generaciones
¿Qué une o qué separa a estos productores? "El cine español es tan heterogéneo... -asegura Guerra- Hay intereses cruzados, sobre todo a nivel generacional. Hay una gran parte del cine español que viene de otra generación que no tiene nada en común con la mía".
Esa "otra generación" es la que, en este cuarteto, podrían representar Isona Passola o Mariela Besuievski, que comenzaron a producir a finales de los 80 y comienzos de los 90 y que han construido su trayectoria insertados en la estructura cinematógrafica española, muy apoyada en subvenciones y participación de las televisiones públicas.
Las nuevas generaciones tienen más clara su vocación comercial. Productores "que hemos empezado a trabajar cuando las teles ya no invertían y el modelo estaba en cambio y nos hemos tenido que buscar la vida". Adrián Guerra cita a Borja Pena, Gabriel Matamoros, Manuel Monzón... y Juan Gordon.
Gordon es uno de los tres productores de Morena Films, empresa que coprodujo Celda 211 y que si ganase este año el Goya se convertiría en la segunda productora tras El Deseo en ganar dos Goya consecutivos.
"Hemos aceptado -explica Gordon de Morena- que no vamos a ser una productora de cine de autor y que nuestra vocación es intentar llegar al mayor público posible, aunque también es cierto que no hacemos cosas que nos parezcan horribles".
"Antes daba un poco de vergüenza hacer cine de género. Eso ha cambiado completamente -señala-. Hace diez años estaba asumido que el cine comercial era el americano y el español era de autor, intimista, más personal y eso ya no ocurre". ¿Por? "Han surgido productores más jóvenes, los propios canales de televisión empujan a que los productos en los que invierten tengan una clara vocación comercial", entre otros motivos.
"La industria tiene que pasar por que hagamos películas más atractivas para el público", apostilla.
Un seísmo en la industria del cine
Frente a Gordon y Guerra, Besuievski y Passola representan a una visión del cine más tradicional. Son parte del establishment. Tornasol en Madrid, Massa D'Or en Barcelona, los dos grandes centros de producción española.
"El tejido industrial que se ha generado en base a otro modelo está en un temblor de magnitud 7.0", afirma Besuievski, cuyas películas han recogido en 2010 un Oscar y dos premios en Venecia.
Todos reconocen que hay un cambio. Unos lo ven con preocupación, otros lo asumen como el ámbito natural en el que moverse.
"El problema que nos preocupa -afirma la socia y pareja de Gerardo Herrero- es que películas de autor caras, como Balada triste de trompeta [7 millones de euros de presupuesto] o Biutiful, que te permiten ganar en Cannes o Venecia, que hacen crecer el cine y dan la ventana del cine español fuera, son muy difíciles de hacer".
"Está muy bien ir de malditos, todos los festivales del mundo te adoran, te invitan por todas partes... pero el público, ¿dónde está?", señala Passola, que reconoce que con Pa negre quiso aunar el mundo personal de Agustí Villaronga y la apertura a una audiencia más amplia. Y la jugada les ha salido.
Pa negre, que es una de las grandes favoritas para los Goya, tuvo un presupuesto de cuatro millones de euros, de los cuales sólo el 12% proceden de Massa D'Or. El resto, dinero llegado de televisiones públicas (TVE y TV3) y subvenciones.
Las subvenciones: ¿ayudas, incentivos, parasitismo?
Las subvenciones, la fibra sensible del cine español. O mejor, fibra sensible de la opinión pública sobre el cine español. ¿Es sólo opinión pública? Hay años en que la subvención supera a la recaudación en taquilla. Tal es el caso del 2010: el fondo de ayuda a la cinematografía estuvo dotado con 89 millones de euros, 20 más que la recaudación de las producciones españolas. ¿Es eso razonable?
"Ha habido generaciones del cine en que se hacía cine por hacer -el productor de Buried es contundente-. El negocio del cine español era hacer la película, no venderla. Eso ha provocado que la calidad del cine sea baja. Se hace mucho cine en España y poco es de buena calidad, un ratio parecido al de Francia o EE.UU., pero aquí todas las películas tienen ayudas y no hace ningún bien a la imagen que se transmite al público".
Gordon cita una idea de Icíar Bollaín: "¿Quieres que haya cine español, en España, que se vean historias de aquí, que haya la posibilidad de ver reflejada nuestra realidad en el cine? El contexto económico en el que se desarrolla la producción de cine no te permite hacer esas películas sin esa ayuda".
"Claro que el cine tiene que estar subvencionado -recalca Passola-, como las bibliotecas, como el teatro, como la música, como la danza".
Besuievski cree que "se ha manejado a la opinión pública de tal manera que parece que los del cine somos los únicos que recibimos subvenciones".
Ella lo considera una inversión: "El productor hace un gasto que aporta a la sociedad: empleo, hostelería, transportes, IRPF, Seguridad Social, IVA... y a los tres años, cuando se apruebe que he gastado lo que he dicho, el Estado me devolverá parte de ello para ayudar a mi empresa a seguir la máquina".
"Hay quien dice: Celda 211 se podría haber hecho sin ayuda -defiende Gordon-. Pues no, no se podría haber hecho sin ayuda, porque no la hubiéramos podido financiar; ten en cuenta que las subvenciones de cine suman alrededor de un 20% de un presupuesto".
Guerra, que ha tenido que recurrir a nuevos modelos para financiar sus películas, cree que el modelo de subvenciones -él prefiere hablar de "incentivos a la industria"- está "anticuado" porque no se ha tratado al cine como a otra industria.
"Si tú ruedas una película en EE.UU. -pone como ejemplo frente a quienes ponen el modelo liberal norteamericano- y te gastas X millones, ese estado te devuelve una cantidad Y porque tú has generado una actividad y un beneficio al estado superior a la cantidad que te da. No son subvenciones, son ayudas a la industria".
"Todo ese cambio de filosofía ocurrirá en los próximos años y ayudará a que el cine poco a poco sea más industria en España", resume.
El demonio de la piratería
"A mí me gustaría que cambiase la estructura de mercado de tal manera que a lo mejor hubiera determinadas películas que no necesitaran [ayudas públicas]", reconoce Gordon.
“La piratería supone a las grandes películas españolas medio millón de euros menos“
¿Y cómo cambiar la estructura? 1) "Que el producto sea bueno, lo más importante", propone, 2) que se solucione la piratería, que supone "medio millón de euros menos por película"; 3) que se resuelvan "de mejor modo" las exenciones fiscales que hay que prorrogar a finales de 2011; 4) que la valoración de las televisiones del precio de emisión sea razonable para empresas que han recibido la licencia "a dedo", y 5) la apertura al mercado internacional, cuya mejor manera de atacar es "con buen cine español en español".
"Aquí [en Barcelona] se echa a los okupas de cualquier sitio porque están ocupando la propiedad privada. ¿Por qué los okupas sí y el cine no?", argumenta Passola. "La ley Sinde intenta abordar esto pero no lo suficiente".
"Es un avance -subraya Besuievski-. De la nada, pasamos a tener una herramienta. Habrá que mejorarla, habrá que trabajarla". Y ante quienes acusan a la industria de no ofrecer un lugar de descarga legal... "¿Quién va a entrar en Filmin si te las puedes descargar de la página de al lado?".
"Los intentos de filmin y Filmotech están muy bien -replica Gordon- pero al no tener el cine americano queda en una cosa muy minoritaria", aunque -reconoce- "nadie tiene problema en gastar 10 ó 15 euros al mes para ver el cine que quiere".
Versus Entertainment comenzó como distribuidora. Por eso, Guerra dice con conocimiento -aunque sin victimismos- que "la piratería es devastadora".
Confiesa no ver "la solución óptima" y que todas las leyes de este tipo "son polémicas y tienen cosas injustas", pero lo que propone es identificar webs y, "sobre todo, a las personas que suben las películas, que son 200 ó 300".
"Los españoles somos pícaros por naturaleza -delata-. En los países anglosajones, si te bajas una película, tu amigo te echa la bronca". Ante quienes dicen que la ley es tratar de poner puertas al campo reconoce que la piratería es "inevitable", pero que en otros lugares con persecución legal "es una minucia comparada con el tamaño de la industria legal".
El domingo, los Goya premiarán a alguna de éstas películas y la harán descollar. Es posible que se repartan salomónicamente unos premios muy disputados. Bajo la alfombra roja, lo que se estará librando es una batalla entre las posibles formas de afrontar el futuro de la industria del cine en España. Que, escuchado lo escuchado y visto lo visto, y a pesar del mal año, es esperanzador. Por las ganas de cambiar y el talento de las nuevas generaciones.