Sortu, ante el banquillo
- El rechazo a la violencia descoloca a los que aún defienden la lucha armada
- El Supremo no está obligado a resolver antes de las elecciones de mayo
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El registro de los nuevos estatutos de la izquierda radical vasca es el punto cero de la carrera estratégica iniciada por la exbatasuna. El paso previo ante la espada de la justicia requería dejar atrás los equilibrios dialécticos y regates semánticos ante la condena de un atentado de ETA. Ahora sabemos lo que dicen pero dudamos sobre lo que piensan.
La historia de la fundacional Herri Batasuna está repleta de "lamentos" ante atentados brutales pero jamás rechazaron una sola acción terrorista. La sentencia de Estrasburgo ratificando la ilegalización de Batasuna colocó a sus militantes en el camino de la cárcel.
El escenario que se presentaba es más de lo mismo, ETA matando y su flotador político arrastrado al ostracismo. La primera decisión de calado que tomó la dirección de Batasuna fue plantar cara a ETA en una asamblea virtual y presentar una ponencia política al margen y en contra de la lucha armada.
En pleno proceso embrionario de la refundación de su partido Otegi vuelve a probar la receta de la cárcel. Desde allí ha trabajado para reinventar una izquierda abertzale con nueva marca y unos estatutos de una limpieza con alto cargo de sospecha que hará que un tema de ámbito jurídico se vaya a convertir en un debate político.
La tesis que se impone es que ETA no sirve como vanguardia del movimiento de liberación porque los atentados no son útiles para llegar a la independencia. Antxon Etxebeste, el negociador de Argel, llega a decir que antes sí lo fue, pero ahora no. Parece el curso del Guadiana.
Se ha gestado la nueva marca, nuevos colores en el logo, la estrella blanca sustituye a la roja, una secretaria general, diez promotores, incipiente apoyo internacional con experiencia en conflictos armados y estatutos del laboratorio pulcro del jurista Iñigo Iruín. El rechazo a la violencia de forma tan expresiva y novedosa ha descolocado a los que mantienen los planteamientos más tradicionales. No toda la izquierda abertzale piensa igual, el acto del Euskalduna también dejo dudas en sus propias filas.
¡No hay un todos a una Euskalduna!
Tanto Rufi Etxebarria como Iruín resoplaron con alivio tras pasar el trago de anunciar una ruptura si ETA atenta. La izquierda abertzale necesita ahora presencia política en las instituciones para lograr los mismos objetivos que antes se buscaban al amparo de los de las pistolas. Eso es lo que ha cambiado.
Ahora Sortu y la Batasuna de Otegi son quienes más se la juegan. Han jugado a caballo ganador. Han levantado las pegatinas a ETA a sabiendas de que era un momento ideal por la flojera de cartuchera de la banda.
El objetivo inmediato es capitalizar todo lo arriesgado. Pretenden estar en las elecciones sí ó sí. Es vital colocar su gente en el entramado de listas a presentar el día 22 de mayo.
Los supuestos de ilegalización en base a fraude de ley en ejecución de la sentencia anterior que ilegalizó a Batasuna se desvanecen en cuanto a los promotores que parecen inmaculados, salvo vía ADN. Los estatutos donde Iruín ha afinado al máximo parecen de detergente y contemplan incluso el final del periplo legal en Estrasburgo.
Riesgo de que no haya resulución antes de las elecciones
El dibujo apunta a una sala 61 del Supremo que recibirá de la fiscalía informes policiales tendentes a vincular el nuevo partido con ETA. Se están recopilando documentos incautados a comandos de la banda donde se registraba la creación de un polo político soberanista. Las misivas eran entregadas por Txeroki en persona a comandos activos en 2009.
El umbral de relación de esos papeles parece el único elemento de sospecha a estas horas, dado que esas mismas cartas no hablaban de cesar la lucha armada. Otra posibilidad es demostrar que tras SORTU están los de siempre, Rufi y compañía.
Entramos pues en un limbo jurídico no exento de contenido político que puede llevarnos a una indefinición temporal que nos coloque en puertas de los comicios sin una resolución de la sala 61.
El Supremo no está obligado a resolver la legalidad de Sortu por el mero hecho de la fecha electoral, incluso puede permitir la inscripción del partido y vigilar las listas electorales en función de una serie de indicios detectados en su confección.
Si los informes de la fiscalía son determinantes contra el registro del partido la sala 61 se tomara su tiempo para motivar su resolución en ese sentido.
Si los informes carecen de fundamento, el Supremo dejará la puerta abierta y se centrará en las listas.
Además como medida cautelar puede dejar el partido en suspenso y evitar su presencia en las elecciones. Este extremo es inédito en España.
Sortu no esperara esos tiempos ni esas cabalas. La fecha límite para presentar candidaturas viene de ley y en marzo tendrá preparadas las planchas.
El caballo de Troya de la izquierda abertzale
Si el Tribunal Supremo no ha resuelto para esa fecha, la izquierda abertzale maneja otras posibilidades y disponen de caballos de Troya suficientes para entrar en al menos las capitales de provincia, diputaciones y ayuntamientos emblemáticos.
Su fórmula ideal es la coalición de partidos soberanistas. Eusko Alkartasuna y Alternativa son sus compañeros de viaje. Los militantes a incrustar serán del perfil de los promotores de Sortu: ninguna relación acreditada con la exbatasuna, ni como apoderado ni como interventor.
El objetivo final no se limita en estos comicios municipales. Ahora necesitan ganar tiempo, tener presencia, templar gaitas y que no se despierte la bicha.
El método ha cambiado. Las armas no sirven. Batasuna muta a Sortu y creemos saber como ha sido.