La falta de acuerdo final planea sobre la primera reunión del G-20 presidida por Francia
- No hay acuerdo ni siquiera sobre cómo medir los desequilibrios globales
- Los emergentes no aceptan imposiciones sobre divisas y materias primas
Malos presagios para la primera reunión del G-20 bajo la Presidencia de turno de Francia. Los ministros de Economía y Finanzas de las potencias mundiales y los países emergentes reunidos desde este viernes en París no han sido capaces de ponerse de acuerdo sobre qué indicadores utilizar para medir los desequilibrios globales. Y eso hace prever mayores dificultades para alcanzar compromisos sobre las soluciones de esos desequilibrios.
Las grandes economías propugnan más coordinación a través de herramientas de medición precisas, pero los países emergentes se oponen a las actuales reglas mundiales sobre flujo de capitales.
Los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de las veinte naciones y sus invitadas -entre ellas España- se reúnen durante dos días para tratar de encontrar un acuerdo de principios en materia de exportación, importación y déficit.
Revaluación de monedas y regulación de las materias primas, los escollos
Entre los principales escollos para llegar a conclusiones comunes destaca la presión sobre los países emergentes en general -y sobre China en particular- para que revalúen sus monedas y pongan fin a su acumulación de reservas de divisas.
Los países BRIC (China, Brasil, India y Rusia, en su origen, aunque ahora se suma a ellos a países como Argentina o Turquía) tampoco quieren oír hablar de una regulación de los precios de las materias primas, colocadas en primer plano de la actualidad por el encarecimiento del petróleo y de los alimentos básicos.
Tras una reunión de coordinación entre los ministros de estos países, el titular brasileño de Finanzas, Guido Mantega, ha explicado que "lo que hay que hacer es estimular la oferta" -en particular en los países en desarrollo-, "no inhibir los precios", y combatir las subvenciones que todavía existen.
Otra de las polémicas gira en torno a la lista de indicadores comparables para poner en marcha una política de coordinación de la economía a escala global, uno de los objetivos señalados por Francia.
Los BRICS prefieren que tales indicadores se queden en "recomendaciones", ya que consideran que la causa profunda de la persistencia de los desequilibrios globales es que los países desarrollados no se han recuperado de la crisis y, por tanto, la mejor solución es dar estímulos para que salgan de esa situación.
Sarkozy pide eficacia de las decisiones
Ante estas diferencias, en su discurso de inauguración de los trabajos, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha invitado a los participantes a no estancarse en "discusiones interminables sobre los indicadores", y ha recordado que el grupo que nació en 1999 en plena crisis financiera asiática "sólo conservará su legitimidad si es capaz de ser eficaz".
Ha reconocido que, una vez iniciada la recuperación de la crisis, "la tentación de dar prioridad a los intereses nacionales es grande", pero ha sido claro al señalar que esto constituiría "la muerte del G20".
Por otra parte, Sarkozy ha insistido en su defensa de una tasa "infinitesimal" a las transacciones financieras internacionales, y se ha preguntado "si no es razonable que aquellos que tanto han contribuido a la crisis, ayuden un poco a los que más la han sufrido", una idea que considera "al margen de izquierda o derecha, países del norte o países del sur".
El sábado se clausurará la reunión, tras cinco sesiones de trabajo sobre la situación económica mundial, la reforma del sistema monetario internacional, la regulación financiera, la volatilidad de los precios de las materias primas y la financiación del desarrollo y de la lucha contra el cambio climático.
El G20 está compuesto por ministros y gobernadores de bancos centrales de los países del G8 (Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Reino Unido, Italia, Japón y Rusia), más Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.
España es el único "invitado permanente" y, en esta ocasión, participan también como "invitados" Singapur, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Guinea Ecuatorial (este último, en calidad de Presidencia de turno de la Unión Africana).