Andrés Sardá y Adolfo Domínguez, dos agujas maestras en Cibeles
- Sardá muestra un viaje americano inspirado por Frida Kahlo
- Domínguez alegra el invierno con destellos flúor y prendas vaporosas
El enorme retrato de Frida Kahlo no deja lugar a dudas. La pintora mexicana es, una vez más, fuente de inspiración. Lo fue para Givenchy y para Jean Paul Gaultier, y ahora lo es para otro grande : Andrés Sardá. Nuria, su hija, no cae tópicos y va más allá mezclando colores de tentación como morados, fucsias y rojos fuego.
Blanco y negro, pieles y transparencias, estampados salvajes y flores de mantón…duetos de contrastes que enmarcan este viaje a las culturas latinoamericanas donde la vida y la muerte (a veces festiva) es un ciclo tan necesario como lo es la moda. Por eso su broche es la batalla entre el negro penitencia y el blanco virginal. Ovación para sus batas con forro de estampados paisaje, y también para las miniprendas íntimas que mezclan dos tonos: irresistibles. Lo peor del desfile es cuando se termina.
Mujeres osadas o recatadas
Si la mujer de Sardá es osada y sofisticada, la de TCN es recatada y nostálgica.
Su propuesta está marcada por los tejidos cariñosos, los colores tímidos y los patrones cómodos. Algodones y punto grueso vienen tintados de café, miel, nata, lavanda y perla. Un rojo mermelada se atreve a alegrar algunas prendas pero siempre en detalles como en unos tirantes o en unos zapatos. Totom Comella apuesta por la música en vivo para acunar una colección de colchón en el trastero, mesa camilla en el salón y hamaca en el porche.
Prendas inspiradas en interiores de hotel
Alma Aguilar se inspira en los hoteles. No en las fachadas sino en sus salones de té, en sus bares para solitarios y en las vidas que se cruzan en el hall. Su colección exhibe estampados florales rescatados del papel de la pared, colores camel de sofá y rojos intensos de cojín. Los drapeados, pliegues y volantes recuerdan a las cortinas, y destacan las mangas de las blusas abullonadas con doble lazo. Las transparencias hablan de lo indiscreto, de lo que ocurre dentro de las habitaciones y que, a veces, dejamos ver. El azul, moqueta, se vuelve oscuro al final del pasillo, y tanto el negro como el blanco se llevan en look total o en estampados de rayas.
Los tonos íntimos de Palacio
El largísimo desfile de Miguel Palacio (con los diseños para su firma y otros para la casa Hoss) comienza de forma intimista y misteriosa. Granates y negros lucen distintos tipos de lazo, y destaca un abrigo en blanco peluche con grandes flecos y enorme cinturón. Las camisas llevan jaretas y cuellos fantasía, y destacan las estolas de piel en colores intensos y alegres. Vainilla, fresa y menta se dejan alegrar con destellos de plata, tanto en juegos de líneas para las faldas como en hombreras muy trabajadas en blusas. El carrusel final ha sido un deseado escaparate.
Sita Murt dibuja una mujer todoterreno inspirada en la lady de la Gran Manzana. El vestido, pieza clave de la colección, se teje en lana gris ciudad pero se deja perfumar con flores. Perfecto para llevar desde el desayuno junto a la ventana en Queens hasta la cena romántica bajo el puente de Brooklyn.
Las hormigas de Domínguez
Adolfo Domínguez nos abre su tienda de varias plantas. En la de calle vemos trajes de sport y prendas en negro con cremalleras, capuchas y cinturas elásticas. Subimos por la escalera de color y pasamos por azules intensos, rojos y naranjas que alegran chaquetas y abrigos con broches de insecto, un motivo que recorre la colección. En la tercera se encuentra su línea más sofisticada, quizá la mejor. Asimetrías, destellos flúor y combinaciones de amarillo, negro y blanco pretenden aportarle alegría al próximo invierno. En la última planta, se encuentra el Domínguez más festivo. Prendas veraniegas, transparentes y vaporosas lucen dibujos de hormigas, obra de su hija. Detrás de la pasarela hormigas obreras aplaudían su colección y en la primera fila cigarras de alfombra roja la deseaban con ilusión.