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El secreto del salto de las pulgas

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Ciencia al cubo

El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a jueves a las 15: 42; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55

Imaginen dar un salto desde el suelo hasta… una altura como las del edificio más alto de España, la Torre Caja Madrid en la capital.

Pues eso es lo que hace una pulga con toda naturalidad. Con 0.7 gramos de peso y un milímetro y medio de altura salta hasta los dos metros en un segundo. ¿Cómo lo hace?

Aunque parezca mentira averiguar el secreto del extraordinario salto de las pulgas ha sido objeto de estudio durante muchos años. La entomóloga británica Miriam Rotschild ha dedicado nada menos que 30 años de su vida a investigar de este asunto.

Murió hace poco, en 2005 y ahora, científicos de la Universidad de Cambridge han echado abajo la teoría que ella tenía sobre el salto de las pulgas. Una pena porque ella no ha podido saber la verdad.

Para dar un salto tan bestial como el de la pulga se necesita mucha energía. Y sobre todo liberarla de golpe.

Dos teorías diferentes

Para averiguar el secreto de estos invertebrados había que encontrar el lugar de su anatomía que almacenaba esta energía. Según Rotschild este lugar era el trocánter, algo así como la rodilla de la pata de una pulga, que está dividida en cinco partes.

Unos años después de su propuesta, en 1967, otro científico, Henry Bennet-Clark sugirió como lugar de almacenaje una zona del tórax. Esta transmitiría la energía a las patas.

Las dos teorías estaban perfectamente sustentadas con datos, pero faltaban más pruebas que determinaran cuál era la teoría correcta o si lo eran las dos y la pulga tenía dos formas de saltar.

Han tenido que pasar décadas hasta que se ha desarrollado la tecnología necesaria para capturar el salto de las pulgas y reproducirlo de manera ultralenta.

Y así poder saber quién llevaba razón, si Rotschild o Bennet-Clark. Científicos de la Universidad de Cambridge han grabado y estudiado 51 saltos de 10 pulgas. Han descubierto que estos insectos transmiten la fuerza desde el tórax a las patas y se impulsan utilizando el tarso, tal y como decía Bennet-Clark.

Por otra parte, los científicos analizaron con un microscopio electrónico la superficie de las patas de las pulgas y observaron que el tarso estaba equipado con elementos de agarre mientras que el trocánter era liso, de modo que si la pulga lo usara no podría conseguir un buen agarre para lograr impulso. Estas dos pruebas que han desmontado la teoría de Rotschild.

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