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Reino Unido asume una posición beligerante en la crisis libia a costa de tropiezos diplomáticos

  • Downing Street ha cobrado protagonismo en la crisis libia
  • Cameron ha tenido que moderar su discurso de dureza
  • El fracaso de la misión secreta a Bengasi ha sonrojado al Foreign Office

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El gobierno británico ha adquirido, con la crisis en Libia, un protagonismo internacional que no tuvo durante las revueltas de Túnez o Egipto, presentándose como uno de los países más activos y más beligerantes a la hora de plantear una respuesta al régimen de Gadafi.

El primer ministro, David Cameron, se ha convertido en un abanderado de la zona de exclusión aérea. Ha declarado, en varias ocasiones, que era necesario poner todas las opciones sobre la mesa.

Un discurso inicial de dureza, suavizado después por los mensajes oficiales que llegaban desde Washington.

En una comparecencia ante la Cámara de los Comunes el pasado 28 de febrero, Cameron llegó, incluso, a sugerir la idea de armar a las fuerzas opuestas a Gadafi.

Un día después, en una rueda de prensa en el número 10 de Downing Street, el primer ministro británico rebajó esas pretensiones y habló de establecer contacto con las fuerzas rebeldes “para conocer mejor sus intenciones”.

El fracaso de la misión a Bengasi

Menos de una semana después, el pasado 6 de marzo, se conocía el arresto de ocho británicos en Bengasi, en el este de Libia, a manos de la oposición a Gadafi.

En todo momento, el Gobierno se ha referido a los detenidos, posteriormente liberados, como un “equipo diplomático” que se disponía a contactar con las fuerzas rebeldes.

Sin embargo, en la línea de lo anunciado por Cameron, la prensa británica daba por hecho que el grupo lo integraban, al menos, seis miembros de las fuerzas SAS, un cuerpo de élite del Ejército del Reino Unido. Habían entrado en Libia de forma clandestina, con armas y pasaportes de cuatro nacionalidades diferentes.

La diplomacia británica acaparaba titulares, pero muy a su pesar. No por su posición de firmeza contra Gadafi, sino por un incidente que la prensa británica ha descalificado como “sonrojante” (The Times) y como “humillación” (The Guardian).

Lo ocurrido en Bengasi se ha vuelto contra el ministro de Asuntos Exteriores, William Hague, objetivo de las críticas, sobre todo, de la oposición laborista.

Su líder, Ed Miliband, ha recordado que también fue Hague quien, públicamente, situó a Gadafi en huida rumbo a Venezuela, el pasado 21 de febrero.

Pero el primer ministro británico ha salido en defensa del secretario del Foreign Office, al tiempo que contraatacaba a Miliband.

“No estoy seguro de querer recibir lecciones del Partido Laborista sobre cómo tratar con Gadafi y Libia”, decía Cameron en la Cámara de los Comunes, en referencia a la política de acercamiento al líder líbio, que inauguró el exprimer ministro laborista Tony Blair en 2004.

Una política de la que, en 2011, se quiere alejar el actual primer ministro conservador.