Esperando al gran terremoto
- La cultura japonesa, acostumbrada a los seísmos
- La tradición religiosa asegura que la naturaleza puede 'castigar' la Tierra
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“Ha sido mi primera experiencia con un terremoto, solo unos días después de que me haya ido a vivir a Japón. Pero parece que es algo frecuente y habitual para ellos que se centraban en saber cómo de intenso iba a ser este nuevo seísmo”. Así describe a la BBC un testigo del terremoto que ha sacudido el territorio japonés.
Pero, más allá de ser un testimonio, también refleja hasta qué punto la cultura japonesa ha hecho que sus ciudadanos hayan aprendido a vivir esperando desastres naturales. Ha ocurrido sí, la Tierra se ha movido pero, ¿ha sido este el “gran” terremoto?
Las fuerzas de la Tierra
Una de las religiones mayoritarias japonesas, conocida como Sintoísmo, tiene entre sus doctrinas la de ser conscientes de que, en cualquier momento, las fuerzas de la naturaleza se pueden volver contra ellos y por ello viven sabiendo que ese “gran” terremoto o la “gran” catástrofe puede llegar.
Y de hecho, si el pasado once de marzo estas fuerzas han castigado a Japón, no ha sido la primera vez. Una de las veces que más severa ha sido fue el uno de septiembre de 1923, cuando el terremoto en Kanto, de 7.8 de magnitud, se cobró la vida de al menos 105.385 personas, dejó 37.000 desaparecidos y casi dos millones de damnificados.
Catástrofes así han hecho que los japoneses sepan que ese temblor no va a ser el último. La explicación, además de la religiosa, reside en que sus placas tectónicas pueden manifestarse en cualquier momento ya que Japón forma parte del llamado Anillo o Círculo de Fuego del Pacífico.
Por ello, cerca del 90% de los seísmos se dan en esta zona y aproximadamente un 20% de ellos ocurren en Japón.
Además, en el caso de Tokio, hay que sumarle el hecho de que se encuentra ubicado cerca de una falla bajo la península de Izu que, de promedio, causa un gran terremoto cada 70 años.
Técnicas preventivas
Esto ha hecho que los japoneses sepan actuar ante temblores y que desde el uno de septiembre de 1960 celebren el “Día de la Prevención de Desastres” para conmemorar aquel terremoto de 1923 y concienciar sobre mecanismos preventivos.
Dentro de estos mecanismos están también algunos que se engloban en la tradición como el comportamiento extraño de los animales antes de un terremoto. Pero la sociedad japonesa también ha creado utensilios propios para la minimizar los efectos de un temblor como aparatos para los muebles del estilo de poleas que previenen su caída, cinturones de seguridad de plástico que los sujetan más fijamente… todo lo que, en un momento determinado, haga que los efectos nocivos sean los mínimos.
Además, las edificaciones se llevan a cabo bajo estrictas normas de seguridad que han hecho que sean de los más seguros del mundo y que, en casos como el del pasado 11 de marzo, resistan lo máximo posible.
Pese a todo, y bajo esa conciencia de que el "gran" terremoto puede llegar, la cultura japonesa también es consciente, de la otra cara que les ha regalado esos "espíritus" de la naturaleza como su simbólico monte Fuji, su ciudad balneario en Beppu o su ciudad Ciudad del Mar de Oita, un inmenso acuario.